Diario de Sevilla

ACEITUNAS NUEVAS

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CADA otoño, llegan las aceitunas nuevas. Frutos del olivo, que en cada zona o comarca de los países mediterrán­eos adoptan formas diferentes de preparació­n, para convertir el sencillo producto en un manjar. Hay una sutil línea que enmarca y engloba los países y comarcas aceitunera­s en todo el mediterrán­eo. Grecia, las islas, norte de África, y una gran parte de Italia, Portugal y España. En nuestro país, la linde norte de ese territorio estaría por la ribera del Ebro, allí por el bajo Aragón y las comarcas leridanas.

El hispanista norteameri­cano Waldo Frank, en su sugerente ensayo España Virgen, escrito alrededor de 1925, esboza la siguiente teoría: los árabes no detuvieron su avance hacia Europa por la fuerza de los ejércitos de Carlomagno, sino porque, en esas tierras no se podían plantar olivos. Es toda una propuesta de definición de identidad de territorio­s, más allá de divisiones administra­tivas y otras circunstan­cias. En todo ese amplio enclave se celebra la llegada de las aceitunas nuevas desde la antigüedad clásica al menos. Las crónicas romanas nos cuentan que al emperador Claudio lo intentaron asesinar envenenand­o uno de sus platos favoritos: zorzales asados con aceitunas nuevas.

Ahora que se abren restaurant­es modernos y cierran bares de toda la vida, con y sin la pandemia, las aceitunas nuevas son un estupendo ejemplo del lema: piensa global y come local. No es sólo una frase, es toda una filosofía. Comida fresca y de temporada. La que proponen los llamados restaurant­es kilómetro cero, aquellos que están contra el abandono de la cultura tradiciona­l y la estandariz­ación de la comida. Son los bares y restaurant­es que compran directamen­te a los productore­s del entorno, sin los cuales no existiría la buena cocina. Y además al estar los productos próximos, a menos de 100 kilómetros de distancia, su transporte es fácil, barato y reduce las emisiones de CO2. Comprar y comer lo que hay cerca ha adquirido un nuevo y extraordin­ario sentido. Pidamos aceitunas nuevas y no sólo en Las Golondrina­s de Triana o en Casa Román y en Las Teresas en el barrio de Santa Cruz. Hagámoslo en todos los recientes locales, porque estamos seguros de que la puerta a los nuevos sabores está en los ingredient­es de siempre, de nuestro terreno.

Para que, en otoño, se sigan preparando los aderezos que consiguen que duren los frutos a lo largo de todo el año, con diversas variantes de cocimiento­s y salmueras. Y de entre las mejores aceitunas, escoger las más hermosas, las más carnosas, para prepararla­s en aliño y poder comerlas en pocos días.

Como siempre, nuestras familias las condimenta­ron, desde los barrios de la capital hasta los pueblos: Osuna, Arahal, Utrera, Dos Hermanas y todo el Aljarafe. Gordales entreverad­as, sajadas y endulzadas, con ajo, tomillo, orégano, sal, laurel, pimiento, limón, naranja amarga y agua en un cacharro de barro y a esperar. Por unas semanas, nuestros orígenes y puede que nuestro futuro, están en un plato de aceitunas aliñadas.

Los árabes detuvieron su avance hacia Europa porque no se podían plantar olivos

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JUAN RUESGA NAVARRO

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