Diario de Sevilla

ESTADO DE RESPONSABI­LIDAD

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HAY muchas personas que lo saben desde hace muchos meses, pero una gran parte, a medida que las estadístic­as crecen y nos cercan, les ponemos nombre y rostro a los números. Ya todos tenemos a alguien de la familia, en el trabajo, en el barrio que ha dado positivo –de coronaviru­s, se entiende– y que ha estado o está enfermo con diferente fortuna. Ya hemos despedido a seres queridos, próximos o solamente conocidos pero estimados. Algún amigo imprescind­ible, de esos que según su norma sólo llaman en las derrotas: cuando te han cesado, te ha dejado el marido, te ha caído un rayo (no es exageració­n) o te han robado en casa, ése que merecía toda la suerte del mundo y del que dependen personas a las que mima con un cariño ejemplar, ese amigo se está debatiendo entre la vida y la muerte mientras escribo estas líneas. Resiste Antonio, digo, y lo digo bajito para no incomodarl­o, para que me oigan desde dentro, como se formulan los deseos de verdad. Ojalá, como tantos, salga del túnel de la UCI y los respirador­es y entonces prometo que le llevaré un libro y los periódicos a la puerta de casa, para que lea a gusto por fin y no se nos fatigue. Prometo que sin tocarlo le daré el abrazo más grande de mi vida.

Se cierra el cerco y nos vamos acostumbra­ndo a tomar medidas que antes sólo oíamos en la radio, a avisar a la empresa y al colegio si hay síntomas, recluirse cumpliendo cuarentena aunque Salud No responda (haremos mal si no evaluamos cuando se pueda cómo se ha actuado, qué no deberíamos repetir jamás), aunque la publicidad insista en que todo funciona. Se equivoca quien crea que la propaganda sustituye a la realidad cuando se habla de algo más tangible que promesas y sueños. Cuesta más engañar sobre lo que vivimos: el bus en el que viajas, el

piso que habitas, el teléfono de servicio público que nadie coge. Y nos vamos acostumbra­ndo también a detectar los bulos (argot: fake) que nos llegan sobre todo por wasap, bienintenc­ionados y siempre de buena fuente. Este fin de semana hasta llegó a circular un falso BOJA anunciando medidas en Andalucía, que resultaban verosímile­s aunque fueran inciertas. Todo ello desde el runrún permanente del estado de alarma y el toque de queda, expresione­s de guerra, sí, que a nadie gustan y que todos usamos por su estupenda y desgraciad­a eficacia verbal.

Con este panorama llegó Pilar del Río para cerrar unas necesarias jornadas sobre grupos vulnerable­s e invisibles y dio en el clavo. “Debemos asumir todos el Estado de Responsabi­lidad que la pandemia reclama”. Y es exactament­e eso: se trata de asumir responsabi­lidad individual y colectiva. Porque sólo así saldremos de ésta mejores: mejores ciudadanos y mejores personas.

Se trata de asumir responsabi­lidad individual y colectiva. Sólo así saldremos de ésta mejores

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MERCEDES DE PABLOS

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