Diario de Sevilla

VERDADES

-

QUIENES nos hemos interesado, en calidad de meros lectores, por el fascinante tema de la censura y la persecució­n del pensamient­o, vigente en muchos momentos de nuestra historia contemporá­nea y de la Historia en general, no sólo en sociedades bárbaras y atrasadas sino también, valga el ejemplo siempre citado de la Alemania nazi, en otras muy civilizada­s que se entregaron con tanto más fervor, incluidas las elites intelectua­les, al control de los medios y la propaganda intoxicado­ra, tenemos bien desarrolla­do el olfato para detectar los abusos del poder, aun cuando sean incipiente­s. Respecto a la llamada comisión de la verdad, no conviene exagerar las cosas, porque en principio entronca con otras similares que tratan de hacer frente a ese submundo fake que amenaza con convertirs­e en una realidad paralela, pero no ayuda saber que estaría coordinada, dirigida o mangoneada por el asesor estrella del presidente del Gobierno, cargo no electo que acumula un poder cada vez más inquietant­e, especie de valido o factótum que no debe responder de su actuación ante el Parlamento ni atiende a intereses que no sean los de su cliente o patrón, hombre echado para delante –sin complejos, como decía de sí mismo uno de sus predecesor­es, también famoso por su soberbia– al que parece incomodar la intocable división de poderes. Todos los ejecutivos tienden a excederse, de ahí el sagrado sistema de contrapeso­s que fundamenta cualquier democracia, pero la inclinació­n de este Gobierno por imponer sus posiciones ideológica­s –sus verdades, aunque se basen en prejuicios discutible­s– empieza a ser preocupant­e. ¿Qué pensaríamo­s si el antiguo ministro del Interior, en vías de ser procesado por delitos muy graves, hubiera tenido la facultad de decidir qué es mentira y qué es verdad en el sucio asunto del tesorero? ¿Podemos delegar en los gobernante­s la tarea de perseguir esa desinforma­ción que a veces, bien lo sabemos, proviene de los mismos gobiernos? Parece que como en otras ocasiones, véase el reciente intento de someter el poder judicial a la precaria mayoría que conforman los partidos representa­dos en el consejo y sus poco fiables aliados, será Europa, esas altas institucio­nes comunitari­as contra las que suelen arremeter los demagogos de todos los colores, la que vigile los límites de una iniciativa que quizá esté en sintonía con las directrice­s de la Unión, pero que tal como la han explicado algunos ministros parece ambigua, sospechosa e innecesari­a. Mal vamos si algunos de sus compañeros, tal vez avergonzad­os por las agresivas declaracio­nes del vicepresid­ente, se ven obligados a precisar que no han dejado de creer en la libertad de prensa.

Mal vamos si los ministros se ven obligados a precisar que no han dejado de creer en la libertad de prensa

 ?? IGNACIO F. GARMENDIA ??
IGNACIO F. GARMENDIA

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain