Diario de Sevilla

PAZ PARA LOS MUERTOS Y PAN PARA LOS VIVOS

- CARLOS NAVARRO ANTOLÍN cnavarro@diariodese­villa.es

AL final se han salvado los difuntos, que tendrán sus misas en este noviembre de dalmáticas negras en el que rara es la tarde en la que usted no va al funeral de un pariente, un socio de la caseta, un amigo del Mercantil o un compañero de trabajo que ya se jubiló pero con el que seguía felicitánd­ose las pascuas. La tarde del domingo fue complicada en la curia, después de que el presidente Moreno cerrara las actividade­s no esenciales desde la seis de la tarde y nos encerrara a las diez de la noche a partir de hoy. El secretario general y canciller de la Diócesis, Isacio Siguero, desplegó todas las relaciones diplomátic­as con la Junta para que los templos pudieran celebrar esas misas de la Sevilla de las ocho de la tarde. Sin bares donde tomar luego el vino (que el que no se lo toma tras el funeral el suyo va en camino), pero con derecho a la misa en sufragio por las almas de los difuntos de tantas familias, hermandade­s y entidades como se celebran en este noviembre, más de los muertos que nunca. Nos quitan los bares, los gimnasios que no estén al aire libre y los comercios de ropa a partir de media tarde. ¿Me dicen qué hacemos por la calle durante cuatro horas, de seis de la tarde a diez de la noche? Cuatro horas para ir a la papelería a por folios de la marca El Galgo, a la farmacia a por Omeprazol y al supermerca­do del barrio a por pechuga de pollo de corral. ¿Y después? A ver los informativ­os de Canal Sur que están barriendo en audiencia desde que los dirige Álvaro Zancajo, al que una ministra le arreó desde el banco azul dándole ese día los máximos honores y quedando ella a la altura del apellido del periodista. Pero nos quedaba y queda mucho tiempo sin actividad hasta las diez de la noche. Y encima sin funerales en noviembre. Por fortuna los curas se reunieron e interpreta­ron que sí, que las misas y cultos son un servicio esencial. Y así se han salvado, de momento, las misas de este noviembre que en su mayoría son por nuestros antepasado­s. Serán funerales con un 30% de aforo máximo, sin abrazos a los deudos y sin esa breve convivenci­a posterior en el bar de enfrente. Funerales sin adornos en este noviembre de alarmas, toques de queda e incertidum­bre. Los muertos tendrán sus misas. Y esperemos que sigan abriendo los centros de asistencia de Cáritas, porque de lo contrario es cuando podemos ver un número. Porque aquí mucho largar de la Iglesia, pero como falte ese extenso brazo asistencia­l que alcanza hasta donde no llega el Estado, es cuando muchos se quedan sin el pan nuestro de cada día. Descanso para los muertos y pan para los vivos.

Por unas horas peligraron los funerales vespertino­s de este noviembre, el mes de los muertos más que nunca

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