Diario de Sevilla

Marinos fallidos, poetas enteros

● José Manuel Caballero Bonald cumple hoy 94 años, en el décimo aniversari­o de la muerte de Carlos Edmundo de Ory

- Francisco Correal SEVILLA

En la penúltima semana de junio de 1952, del 17 al 23 de ese mes, tuvo lugar en Segovia un Congreso Internacio­nal de Poesía. Los organizado­res tuvieron muy buen olfato, pues entre los participan­tes figuraban dos escritores que con el tiempo ganarían el Nobel de Literatura, Vicente Aleixandre (1977) y Camilo José Cela (1989). A aquel congreso acudieron dos poetas del sur, ambos Hijos Predilecto­s de Andalucía, José Manuel Caballero Bonald (Jerez, 1926) en 1996, y Carlos Edmundo de Ory (Cádiz, 1923-Therzy-Glimont, Francia, 2010) en 2005. El primero ganó el premio Cervantes en 2012; el segundo fue pregonero del Carnaval de Cádiz en 1983. Son dos autores de los felices años veinte del siglo XX cuyos destinos se han cruzado en varias ocasiones. Hoy sin ir más lejos vuelven a cruzarse. En el cumpleaños de Caballero Bonald, que llega este 11 del 11 a los 94, se cumple el décimo aniversari­o de la muerte de Carlos Edmundo de Ory, que cerró su telón vital el mismo año que se llevó a Delibes o Saramago.

En el catálogo De lo vivo a la contado, compendio de una exposición sobre la vida y la obra de Caballero Bonald de la que fue comisario Felipe Benítez Reyes, hay tres fotos de ese congreso de Segovia: en una aparece Caballero Bonald con Joaquín Romero Murube; en otra con Aleixandre y una tercera de grupo, medio centenar de participan­tes en el congreso: además de los mencionado­s Cela y Aleixandre, también aparecen Adriano del Valle, Luis Rosales, Leopoldo de Luis o Dionisio Ridruejo, antiguo falangista y miembro de la División Azul que en su etapa antifranqu­ista metió a Caballero Bonald en política.

De ese encuentro segoviano, la única imagen en la que aparecen juntos Carlos Edmundo de Ory y Caballero Bonald la he encontrado en el libro En el aire de Sevilla, álbum gráfico de Joaquín Romero Murube editado por Jacobo Cortines y Juan Lamillar. El gaditano y el jerezano, que es como decir el romano y el cartaginés, aparecen con el propio Romero Murube y una anciana, la señora dueña de la pensión donde se alojó Antonio Machado. Diecisiete años después de aquel congreso segoviano, Caballero Bonald participó en Colliure en la conmemorac­ión del vigésimo aniversari­o de la muerte del poeta junto a otros miembros de la Generación de los 50: Gil de Biedma, Carlos Barral, José Agustín Goytisolo, Valente.

En mayo de 1952, un mes antes del congreso de Segovia, terminaba la cartilla de racionamie­nto. Un mes después se llevaba a cabo el último Plan Marshall. En junio era reelegido Perón como presidente de Argentina y en julio fallecía Evita cinco años después de su mítica visita a España. En agosto de 1952 se disputaban los Juegos Olímpicos de Helsinki, en los que el checo Emil Zatopek, de 29 años, la misma edad que tenía entonces Carlos Edmundo de Ory, ganaba el oro en los 5.000 metros, los 10.000 y el maratón. Caballero Bonald tenía 25 años, unos meses más joven que el futbolista Alfredo Di Stéfano.

Ory es uno de los personajes fundamenta­les del decimosegu­ndo capítulo de Tiempo de guerras perdidas, el primer volumen de las memorias de Caballero Bonald. Éste cuenta que habían mantenido correspond­encia, pero no se conocían personalme­nte. El autor del libro llega a Madrid el 29 de septiembre de 1951. Una tarde fue a buscar a Carlos Edmundo, que entonces trabajaba de biblioteca­rio en un parque móvil. Con Chicharro, el gaditano ya había creado el Postismo, deudores de Marinetti, para –en palabras de Caballero Bonald– “remover las aguas estancas del garcilasis­mo”. Ory invitó a Caballero Bonald a su pensión de la calle Conde de Peñalver, “un piso muy hondo, lóbrego como un túnel y lleno de gatos repulsivos”. De Ory dice Caballero Bonald que tenía “voz de huérfano y cabeza de asiático” y que era “menudo, venático, macilento y egotista”, un adjetivo que usa Stefan Zweig para referirse a Stendhal.

Ory lo llevó un día al café Gijón, donde el recién llegado conoció a poetas como José García Nieto o Rafael Montesinos. Un día, entre vinos de dudosa reputación, Ory le presentó a Caballero Bonald en un bar de la calle Infantas a Ignacio Aldecoa. Este autor de cuentos, el mejor amigo de Carlos Edmundo de Ory, murió el 15 de noviembre de 1969, el mismo día, mes y año que Romero Murube, el conservado­r del Alcázar que unió a los dos turdetanos en la foto de la pensión segoviana de Machado. Una tarea que hicieron juntos en Madrid Ory y Caballero Bonald fue buscarle pensión a Fernando Quiñones. En otra pensión, compartier­on velada con dos hispanista­s británicos, Charles David Ley y Roy Campbell, éste un tipo desaliñado que había traducido al inglés el Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz.

El cumpleaños de Caballero Bonald quedó eclipsado en 2019 por ser un día después de las elecciones que cambiaron el mapa político de España. Este año coge en plena pandemia, en un confinamie­nto como el de la crisálida de su poema en que es imposible moverse de Chipiona a Sanlúcar, las dos mitades del mapa que se divisa desde su casa de la playa de Montijo. A Caballero Bonald le sorprendió el “frenesí luzbeliano” del que hacía gala Ory en Madrid. No era pose. Cuando pregonó el Carnaval de Cádiz, lo hizo disfrazado de Mefistófel­es, con Rafael de Cózar, su amigo, discípulo y editor de su Metanoia como su ayudante inseparabl­e.

En su visita a la pensión gatuna, Caballero Bonald vio el diario que llevaba Ory. Su vida dio pie a una biografía con la que José Manuel García Gil, director de la colección Calembé que publicó sus Cuentos sin hadas, ganó el premio Antonio Domínguez Ortiz con el libro Prender con keroseno el pasado.

Coincidier­on en el 52 en en un congreso al que acudieron Aleixandre y Cela, futuros Nobel

Hay una serie de paralelism­os entre estos dos personajes. Los dos fueron marinos frustrados. Carlos Edmundo de Ory entró en la Escuela de Náutica de Cádiz en 1936 y tuvo que interrumpi­r los estudios por la guerra. Un hermano sí llegó a almirante. Caballero Bonald inicia en Cádiz, entre 1944 y 1946, estudios de Náutica y Astronomía. En 1952, el mismo año del Congreso de Segovia y que aparece Las adivinacio­nes (accésit del Premio Adonais) es reclamado para terminar el servicio militar en la Marina. Lo hace en Cádiz, donde descubre el jazz y el surrealism­o. Los dos tienen un fuerte componente francés: Ory fue francés consorte y murió en Francia; Caballero Bonald, que también residió en París, debe su apellido materno a un vizconde francés conservado­r. Ory tendría también su ramalazo aristocrát­ico. Recibió el título de Hijo Predilecto de Andalucía en la misma gala en la que fue reconocida como Hija Adoptiva la duquesa de Alba. Cayetana guardó en sus aposentos una página del Diario de Cádiz en la que aparecía fotografia­da junto al cofundador del Postismo.

Ory fue el guía en Madrid de Bonald; le presentó a Ignacio Aldecoa y lo llevó al café Gijón

Los dos conocieron distintos modos de destierro: Ory, en Francia, aunque su exilio siempre fue interior; Caballero Bonald, poco después de casarse en enero de 1960 en Palma de Mallorca con Pepa Ramis, se autoexilió a Colombia. Allí fue profesor, conoció a García Márquez, nació su primer hijo y escribió Dos días de septiembre, la novela sobre la vendimia de Jerez con la que ganó el premio Biblioteca Breve. A los dos los colocó Leopoldo Panero en Madrid. En 1950 el padre de los protagonis­tas de la película El desencanto llamó a Ory para que colaborase en la revista El Español, en la que empezó con una entrevista a Pío Baroja. En 1951 Caballero Bonald trabaja en la organizaci­ón de la primera Bienal Hispanoame­ricana de Arte, que dirigía Panero. El año del congreso de Segovia, al autorde Campo de Agramante lo llamó la Marina en Cádiz y a Ory el amor en Francia. En diciembre de ese año llega a París y conoce a Denise Breuilh, que será su esposa.

Caballero Bonald fue secretario de los Papeles de Son Armandans, la revista que fundó Cela y en la que Carlos Edmundo de Ory publicó parte de sus poemarios La flauta prohibida y El rey de las ruinas, ésta en noviembre de 1969, el mes en el que mueren Romero Murube e Ignacio Aldecoa, el conservado­r de palacios y el alcaide de tabernas, respectiva­mente.

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D. S Carlos Edmundo de Ory y Caballero Bonald, junto a la dueña de la pensión de Segovia donde vivió Antonio Machado.
 ?? D. S. ?? Carlos Edmundo de Ory rodeado de amigos en las Atarazanas de Sevilla el 28 de febrero de 2005, cuando fue nombrado hijo Predilecto de Andalucía. Detrás de él, Luis Eduardo Aute. Delante, Rafael de Cózar, su amigo y editor.
D. S. Carlos Edmundo de Ory rodeado de amigos en las Atarazanas de Sevilla el 28 de febrero de 2005, cuando fue nombrado hijo Predilecto de Andalucía. Detrás de él, Luis Eduardo Aute. Delante, Rafael de Cózar, su amigo y editor.

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