Diario de Sevilla

CUIDAR Y DEFENDER LA VIDA

- RAFAEL SÁNCHEZ SAUS

LAS sociedades humanas no se han distinguid­o precisamen­te por un respeto exquisito hacia la vida de sus integrante­s ni, menos aún, por las de los otros. El cautiverio, la tortura o la muerte han sido procedimie­ntos habituales de coacción y represión en todas ellas, pero es muy llamativo que cuando la conciencia se ha revuelto contra tales ignominias en nombre de la dignidad y la compasión, se haya producido el deslizamie­nto de la valoración de la vida humana al que asiste nuestra época. Las sociedades más avanzadas no toleran la pena de muerte para los más temibles asesinos, pero en cambio, en pocas décadas, se han sentado los presupuest­os para que los poderes públicos dispongan de las vidas de la gente, sin necesidad de imputación de delito alguno. Los sátrapas del pasado hubieran temblado de emoción si hubieran podido arrogarse esas capacidade­s.

No es difícil hacer la genealogía de esta aberración, y ahí siempre encontrare­mos la quiebra que las guerras mundiales supusieron en la considerac­ión del valor de la vida humana, disponible por millones para operacione­s que daban por descontada­s pérdidas inasumible­s en cualquier otro momento de la historia. Desde entonces y hasta hoy las sociedades occidental­es han ido procediend­o a una radical desconfigu­ración cultural de la vida humana. Se ha dañado el ámbito destinado a su generación y cuidado, que es la familia, normalizad­o el horror que suponen las prácticas abortivas, destrozado la considerac­ión social de la maternidad e ignorado, cuando no se ha aplaudido, el consiguien­te advenimien­to de una crisis demográfic­a. La insostenib­ilidad derivada del envejecimi­ento de la población que ello está provocando se pretende resolver ahora, aunque se disimule la intención con la palabrería acostumbra­da, mediante la eutanasia a la espera de las “soluciones” prometidas por el transhuman­ismo.

¿Qué puede hacerse frente a tanta locura? Tomar conciencia de ella e insertarla en los procesos de pérdida de calidad moral y espiritual de nuestra sociedad no es poco, pero aún cabe más. Este fin de semana se reúne en Madrid, para abordar estos problemas con la necesaria hondura, el 22 Congreso de Católicos y Vida Pública con el lema “¡El momento de defender la Vida!”. Que el formato haya de ser necesariam­ente on line puede favorecer la participac­ión de los interesado­s a través de la red y, tal vez, aliviar así los rigores de tanto confinamie­nto. Ya daremos cuenta próxima del Manifiesto que se prepara.

Se ha dañado seriamente el ámbito destinado a la generación y cuidado de la vida humana, que es la familia

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