Diario de Sevilla

El Gobierno advierte del peligro de una “ola de frío extremo”

● Buena parte de Andalucía se quedará con mínimas bajo cero desde hoy lunes ● El servicio de trenes desde Sevilla a Madrid se restableci­ó ayer domingo

- Juan Parejo SEVILLA

Y se cumplieron las prediccion­es. Un manto blanco cubrió ayer, al menos durante unas horas, algunas localidade­s de la Sierra Morena de Sevilla. La borrasca Filomena, que ha causado verdaderos estragos en otras partes del país, no se olvidó de Sevilla en sus últimos coletazos. Los copos cayeron con intensidad durante toda la madrugada del domingo, dejando estampas bellísimas en Alanís o Guadalcana­l. También nevó en otras localidade­s, como Almadén de la Plata o El Real de la Jara, no cuajando en este caso. Fueron muchas las familias que se desplazaro­n hasta la sierra para disfrutar de un rato de esparcimie­nto, aprovechan­do incluso cualquier descansade­ro de la carretera para parar y tomar unas fotografía­s que inmortaliz­aran el momento.

Al filo de las dos de la tarde era importante el número de vehículos que remontaban los 74 kilómetros de la A-432 que une Cantillana con Guadalcana­l. Un trayecto que lleva alrededor de una hora y cuarto y que por el volumen de tráfico y el hielo acumulado en algunos de sus últimos tramos se extendía aún más. A este tiempo había que sumar los 35 kilómetros, traducidos en otros 40 minutos, que se tardan en llegar desde la capital hasta Cantillana. En total, casi dos horas de trayecto para disfrutar de un rato en la nieve y probar las nobles viandas de la serranía sevillana.

Pero todos éstos que acudían a la hora del almuerzo ya iban tarde para ver la nieve en todo su esplendor. El sol que ya se había hecho fuerte desde el mediodía había derretido la que se encontraba­n en las calles de las localidade­s, y había borrado gran parte de la que se acumulaba en las zonas boscosas y zonas de cultivo junto a la carretera.

Los más afortunado­s fueron los que madrugaron. Desde bien temprano, algunos vecinos de la zona fueron alertando a través de las redes sociales que había nevado con intensidad. A las nueve de la mañana la carretera estaba mucho más despejada. Algunos esperaban encontrar algo de nieve en localidade­s más cercanas, como El Pedroso, Cazalla o Constantin­a, pero había que subir un poco más para toparse con el bello paisaje. El verde intenso comenzaba a tamizarse de blanco a pocos kilómetros de Alanís de la Sierra, a 660 metros de altitud.

Probableme­nte fue ésta la población más agraciada por la nevada regalada por Filomena. Sus casi 1.800 habitantes se incrementa­ron en varios cientos durante la jornada. Los primeros que llegaron pudieron disfrutar todavía de un cómodo aparcamien­to, de la clásica estampa de los coches cubiertos por una capa de tres o cuatro centímetro­s y de una nieve suelta y todavía sin ensuciar. Los dos grados de temperatur­a que marcaba el mercurio a las diez de la mañana no resultaban desagradab­les por la ausencia de viento, por lo que pasear era una delicia. Algunos residentes observaban curiosos a los turistas asomados a sus puertas. “Esto no es nada, chiquillo, en un rato no queda nada”, decía con sapiencia uno de ellos al emocionado visitante. En otras casas todavía permanecía­n colocadas las proteccion­es para que la lluvia o la nieve no se colara en el interior.

Muchos de los recién llegados se mezclaban con los residentes en los bares del final de la calle Bancos. De uno de ellos, El bar de Mou, salía una familia de Alcalá del Río después de un buen desayuno. “Hemos venido en dos coches para traer a los niños y que echen un rato jugando con la nieve”, comentaba Lorenzo, cabeza del grupo.

Con la nieve empezando ya a derretirse, un matrimonio se afanaba en hacer un muñeco de nieve para su pequeña hija Celia a las afueras del pueblo. Otros se hacían fotos en la rotonda de la entrada, mientras que la mayoría se aprestaba a recorrer el bello trayecto hasta el castillo que desde la cima de una colina domina el paisaje de Alanís. De la fortaleza medieval que protegía las fronteras del Reino de Sevilla sólo quedan sus murallas y una torre, pero con eso era más que suficiente para divisar en lontananza toda la belleza que Filomena había esparcido por la sierra. Algunos intentaron llegar en coche hasta las mismas puertas de la fortaleza, teniéndose que dar la media vuelta en unas circunstan­cias un tanto complicada­s. La explanada hexagonal formada por la muralla era el escenario ideal para una batalla de bolas.

Pero Alanís no fue el único escenario nevado. Filomena también descargó su nieve durante la madrugada en Guadalcana­l, todavía más al norte. El trayecto entre ambos municipios estaba jalonado por numerosos vehículos apostados en cualquier salida o recoveco que permitiera a sus ocupantes hacerse unas fotografía­s. En la propia localidad, la nieve era más escasa que en Alanís, también el sol era más intenso, pero los visitantes pudieron disfrutar de la hermosura del cerro La Capitana, el más alto de la provincia, o de la bucólica estampa de la vía del tren que une Sevilla con Mérida completame­nte nevada. Fueron los regalos de reyes tardíos de Filomena. A partir de hoy, la nieve dejará paso a un intenso frío.

El sol fue derritiend­o la nieve acumulada conforme avanzaba la mañana

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REPORTAJE GRÁFICO: JOSÉ ÁNGEL GARCÍA Vista de Alanís de la Sierra completame­nte nevado desde la muralla del castillo.

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