Diario de Sevilla

JESÚS AGUIRRE, LA SONRISA DEL RÉGIMEN

- CARLOS NAVARRO ANTOLÍN cnavarro@diariodese­villa.es

DECÍA en los mítines en Andalucía un gallego con barba que presidió el Gobierno de España (“Chichichí”) que se fiaba tanto de Arenas y Zoido que les confiaría a su hijo un fin de semana. Esa teoría en realidad es de Javié, pero Rajoy la hizo suya y quedaba la mar de bien ante la militancia para respaldar a sus entonces dos mayores valores en el Sur. Me pasa lo mismo con monseñor Aguirre, el consejero de Salud que alcanza notoriedad más arriba de Despeñaper­ros por su llaneza, su desparpajo y su particular uso del lenguaje. Primero me trae recuerdos de la infancia porque me evoca al señor de los paquetes de kikos de Churruca. Te hartabas de maíz tostado en los recreos, rumiando sin parar, y después te dolía la barriguita. Entonces te llevaban a ese médico de familia que es Aguirre, que bien podría hacer de Papa Noel en la puerta de unos grandes almacenes, te examinaba la garganta echando la lengua para abajo con un palito de helado pero sin helado, te prescribía un brebaje y te dejaba más sano que una pera. El consejero me hizo viajar de nuevo a la infancia con su explicació­n en el Parlamento (no “en sede parlamenta­ria”, como dice la estúpida expresión) sobre los restos de vacuna en los viales. “El culillo”, dijo el gran Aguirre. Y todos sus partidario­s, porque los tiene como el Cordobés, el Gallo o Belmonte los tuvieron, nos pusimos muy contentos. Se anuncia Aguirre en los carteles de las Cinco Llagas y funciona la reventa, que hasta mi Elías se queda cualquier día sin escaño, tal como están deseando Casado y García Egea. Aguirre con la explicació­n del culillo se llevó el protagonis­mo. Y con su ruego de que nos metamos en casa a partir de las ocho de la tarde pareció don Pantuflo recordándo­le a Zipi y Zape con más miedo que convicción que no sean traviesos en la calle. Aguirre será el dulce recuerdo de esta pandemia que tiene su rostro más avinagrado en el amortizado doctor Simón, portavoz político que no sanitario de este tiempo de virus. Me quedo con Aguirre y sus expresione­s únicas –“el tema de las urgencias”, “el tema de las PCR”, “a nivel de UCI”, “a nivel de Atención Primaria”– antes que con el desahogado del apellido de cartón de vino y la estrategia marcada por el gabinete al servicio de su amo. Aguirre triunfa en cada intervenci­ón, nos receta el paracetamo­l multiusos de su oratoria y se gana el afecto del público de Sol, que es el que obliga al diestro a dar la segunda vuelta al ruedo. Yo le lanzo una caja de yemas El Ecijano a este Aguirre, aunque tenga más hechuras de alguacil o de picador que de torero. Es el rostro amable. Seguro que muchos andaluces le confiarían a su hijo un fin de semana.

El consejero de Salud torea con éxito para el público de Sol, por eso hay que lanzarle una caja de yemas ‘El Ecijano’

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