Diario de Sevilla

¿COGOBERNAN­ZA?

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SEVILLA acogió esta semana la reunión del Consejo Interterri­torial del Sistema Nacional de Salud, el órgano establecid­o para coordinar las políticas sanitarias entre el Ministerio y las distintas consejería­s del ramo de las administra­ciones autonómica­s. En realidad, en Sevilla sólo estuvieron los ministros Salvador Illa, titular de Sanidad, y Carolina Darias, que lleva la cartera de Política Territoria­l y que apunta a sustituir al primero cuando finalmente renuncie para ser sólo candidato socialista a la Generalita­t, además de los representa­ntes del Gobierno andaluz, lógicament­e. El resto asistió telemática­mente, en consonanci­a con las nuevas formas que ha impuesto la pandemia.

En ese consejo, una mayoría de comunidade­s autónomas pidieron al Gobierno que modifique el estado de alarma que está vigente para dar instrument­os legales para poder ampliar el toque de queda a las 20:00. El decreto lo fija a las 23:00 pero da un margen de anticipar o retrasar una hora el comienzo de la limitación a la movilidad. Ni que fueran mayoría, ni que la población que representa­ban los consejeros supusiese más de dos tercios de los españoles le valió al Gobierno central para atender la petición. No se movió de

la intención de estudiarlo. Esto es, lo mismo que antes de la reunión.

Más que el hecho en sí de ceder o no para que el toque de queda se anticipe (en el caso de Andalucía con los comercios y bares cerrados a las 18:00, el grueso de la población de marcha a casa poco después), lo que ref leja lo ocurrido en Sevilla es que el Gobierno no se aclara con la cogobernan­za.

En la primera ola, pésimament­e gestionada, las autonomías se quejaron de que el Ejecutivo de Pedro Sánchez no es

cuchaba, actuaba por decreto se le dijese lo que se le dijese. Fue tanto el desgaste que cuando se levantó el primer estado de alarma, el presidente proclamó que era el momento de la cogobernan­za. Una forma pomposa de decir que trasladaba ese desgaste a las autonomías. Repartir las culpas, en definitiva.

Tanto la segunda oleada de contagios como la tercera actual, aún más alarmante, la pauta ha sido no tomar medidas nacionales, que sería lo adecuado. Eso generó por ejemplo el caos de 17 Navidades con restriccio­nes dispares, un desbarajus­te que explica en parte la alarmante virulencia que vivimos. Y cuando son las autonomías las que piden medidas más restrictiv­as, el Gobierno se hace el sueco por interés político, porque si puso un estado de alarma tan extenso fue para no tener que recabar apoyo parlamenta­rio. ¿Cogobernan­za? Parece más una nueva mentira.

El Gobierno no sólo permite el desbarajus­te territoria­l de la pandemia, tampoco atiende a la mayoría de las autonomías

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ALBERTO GRIMALDI @A_Grimaldi

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