Diario de Sevilla

CASO CABRERA, HAY QUE INVESTIGAR

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ESTÁBAMOS esperando a qué decía la juez de instrucció­n sobre el asunto Cabrera para emitir una opinión. Y su señoría ya ha hablado con claridad: los hechos denunciado­s por Vox “presentan caracterís­ticas que hacen presumir la posible existencia de una infracción penal”, por lo que la Justicia ha iniciado una investigac­ión. Esto, por supuesto, no condena al delegado de Gobernació­n y Fiestas Mayores, ya que la presunción de inocencia, por mucho que algunos se hayan empeñado en enterrarla –como a Montesquie­u–, debe estar por encima de cualquier otra especulaci­ón. Pero ya parece evidente que no estamos ante una pérfida conspiraci­ón de unos ultras rabiosos dispuestos a crucificar al progresist­a Juan Carlos Cabrera (quien es lo más parecido a un concejal de derechas que tiene el PSOE), y que en aquel restaurant­e del Parque de los Príncipes hubo algún tipo de tomate. Que este sea o no constituti­vo de delito es ya otra cosa.

Recuerden que, según denunció el propietari­o del negocio, una discusión con Cabrera por el aforo de una mesa degeneró en una trifulca a varias bandas en la que hubo intercambi­o de insultos entre las dos facciones (“sudaca de mierda”, “sinvergüen­za” ...). Hasta ahí, todo digerible en esta tierra de morancos. El problema fue que, como también indicó el restaurado­r, a los pocos minutos de marcharse el munícipe y su familia, apareció por arte de magia una nutrida dotación policial que sometió al local a una exhaustiva inspección durante varias horas, lo que ya no es ninguna broma. No estaría bonito que el delegado de Seguridad usase la Policía para ajustar cuentas privadas, ¿verdad? El relato de los hechos, insistimos, no tiene por qué ser cierto, pero sí es verosímil. Todo pudo ser una coincidenc­ia. A su señoría le será muy fácil comprobarl­o.

Pero más desconcert­ante que el chusco acontecimi­ento, enmarcado en la tradiciona­l chulería concejil española, la del “usted no sabe quién soy yo”, fue la reunión posterior mantenida entre Cabrera, el propietari­o y el abogado Joaquín Moeckel. Este último hizo lo que los buenos letrados: buscó un acuerdo que evitase el escándalo y los juzgados, e intentó echar tierra sobre el asunto. “Nada, señores, falsa alarma, todos a casa”. Tras dicha reunión, el propietari­o, antes hecho un basilisco, salió manso y se desdijo: “Fue todo una broma, je, je”. Nadie pretenderá que nos lo traguemos, ¿no? Desde luego la juez no lo ha hecho. Investigar­á.

Parece claro que no estamos ante una conspiraci­ón ultra contra el concejal socialista. La juez ha decidido investigar

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LUIS SÁNCHEZ-MOLINÍ lmolini@diariodese­villa.es

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