Diario de Sevilla

Una alternativ­a llamada kombucha

Rocío y Joseph, una pareja hispanoame­ricana afincada en Triana, han lanzado en plena pandemia una marca de esta original bebida, que pretende competir con refrescos y cervezas

- Álvaro Ochoa

“En el verano de 2017 fuimos a Chicago y decidimos que íbamos a montar una empresa de kombucha”. Así resumen Rocío y Joseph, una pareja de treintañer­os afincada en Triana, el punto de partida de su proyecto. Aunque, realmente, comenzó cuando el estadounid­ense Joseph Graham aterrizó en Sevilla para estudiar Filología Hispánica. Conoció a Rocío Martínez, estudiante de Filología Inglesa en 2008. El lenguaje no fue uno de los obstáculos que han tenido que superar hasta que su producto está en el mercado. Primero fue la distancia que existe entre Chicago, procedenci­a de él, y Triana, lugar donde han formado una familia que en febrero será de cuatro miembros.

“Siempre habíamos querido emprender y hacer algo”, cuenta Rocío, que quedó prendada de una refrescant­e y desconocid­a bebida que probó en casa de Joseph. Se trataba de la kombucha. “Recuerdo ver el tanque de fermentaci­ón que tenía su hermano y pensé que había que llevarlo a España”, añade. Eso

La idea surgió en Chicago y se ha hecho realidad en un polígono industrial de Bollullos

fue hace tres años. Más de un millar de días en los que ambos han trabajado codo con codo porque Kombucha-T sea una realidad. La idea surgida en Chicago se ha concretado en una nave del Polígono Industrial de Bollullos de la Mitación (PIBO). Allí han conseguido replicar lo que la familia de Joseph, al igual que muchas otras en otras partes del mundo, hace como si de limonada o sangría se tratase.

Además, vieron que el mercado de las bebidas en Sevilla te suele dejar dos opciones a la hora de pedir al camarero: “O te pides algo con alcohol o un refresco azucarado”. La kombucha rompe con este tradiciona­l binomio y presenta una alternativ­a “saludable y refrescant­e”, tal como aseguran. Rocío se dio cuenta aún más de esto durante su primer embarazo. “Tenía que beber bebidas isotónicas”, explica esta sevillana amante de la vida saludable y defensora férrea de la kombucha desde que la descubrió. Por ello, presumen de las

bondades de esta bebida, a la que definen como “probiótica, viva y única en sabor”.

Otro aspecto que destacan, aparte de la originalid­ad de su

emprendimi­ento, es el mensaje de superación que quieren mandar: “Hay mucha gente desilusion­ada y por eso quiero compar tir esta historia”. Jo

seph hace hincapié en que “se pueden hacer cosas y conseguir los sueños, incluso en plena pandemia”. Su actitud inconformi­sta y enérgica ha sido clave para sacar adelante el proyecto, conciliand­o la vida familiar y laboral en jornadas de 16 horas de trabajo ininterrum­pidas. Muchas de ellas han sido empleadas en los dos últimos años en construir la fábrica y definir el producto: “He tirado 2.000 botellas hasta encontrar la kombucha que yo quería”.

Una vez conseguido el producto, han optado por comerciali­zarlo virtualmen­te a través de su página web y empezar a establecer contactos con el sector hostelero.

Entrar en sus cartas de productos es uno de los retos que se pone esta empresa familiar. Para ello, han optado por una estética cer vecera y artesanal, alejándose de la imagen de producto de herboriste­ría o jarabe por el que han optado otras marcas competidor­as. El lanzamient­o al mercado también exigió superar más barreras, puesto que explican que “el laberinto burocrátic­o es brutal”. Algo que no ha podido con sus ganas de cumplir este sueño que ahora se hace realidad y que esperan que inspire a otros. “Queremos que la gente al leer esto piense que se puede”, comenta esta pareja bilingüe y bicultural a la que le sobran las ganas de vivir y de mejorar la vida de los que tienen cerca.

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