Alejandro Hernández:
“Se abre un tiempo nuevo en el que Vox va a estar muy atento a la utilización de esos medios y al cumplimiento de los acuerdos que tienen con nuestra formación. El famoso anuncio a bombo y platillo de la subasta de medicamentos, cuestiones como los últimos movimientos en Canal Sur, censura incluida, u otras actuaciones que nos han llamado mucho la atención como los nombramientos en la administración territorial de la Junta. Y nosotros tenemos una capacidad dirimente en base a la aritmética parlamentaria, que podemos hacer valer en cualquier momento, y eso lo sabe el gobierno de la junta de Andalucía”.
Vox lleva días haciendo oposición, tanto como los partidos de la izquierda, y a menudo junto a los partidos de izquierda. No siempre con los mismos argumentos –contra el toque de queda, en su caso, para no perjudicar a la hostelería y al comercio– pero casi siempre con el mismo resultado. Esta semana han dado un ultimátum a la consejera de Cultura antes de pedir su cabeza por un quítame allá esas cruces. Hernández, salvo su famoso día de furia en el Parlamento haciéndose un Michael Douglas en la carretera de Los Ángeles-Venice, ha recuperado el tono sosegado pero endureciendo la oposición a la vez, y de qué modo. El resultado es que todo resulta paradójico: Vox hace oposición contra sus aliados, y a sus aliados se les ve muy cómodos con esa oposición, al menos mientras no haya una votación delicada, ya que diluye la crítica de ser un Gobierno al servicio de la ultraderecha. No obstante, cuando la política es demasiado paradójica, suele ser poco convincente. mo coordinador andaluz de Cs, “una decisión de esta presidenta y de la ejecutiva nacional”. Marín peleará por estar en el cartel electoral (“intentaré ser candidato, pero lo decidirá la militancia. Ciudadanos es un partido democrático a nivel interno, y la militancia dirá”) pero enfrente tendrá rival, presumiblemente Rocío Ruiz. Ya se medirá entonces la división que pinta fea, pero de momento Marín mantiene el estatus y el sosiego en ese Gobierno. El propio Bendodo publicaba estos días una foto de unidad beatífica y buen rollo, hermanados codo con codo. Mientras Vox se distancia, el Gobierno del Cambio mantiene su luna de miel. Eso sí, lo de Ciudadanos sólo es una tregua.
Entre las vacunaciones, hay golfadas y hay casos con matices. No es lo mismo un gerente de hospital que un alcalde; y no es lo mismo un alcalde con responsabilidad en una residencia que otro que no; y no es lo mismo un dirigente con cáncer que otro sano... Hay suficiente causística para reconsiderar el protocolo; lo que no es aceptable es falsear el protocolo, abusando del poder, ante una ciudadanía con ansiedad ante el proceso de vacunación. Si quieren dar la cara y exponer un protocolo nuevo, adelante; pero no debería dejar margen al ventajismo prevaricador.
Tampoco debería dejarse margen al partidismo miope de tipos como García Egea, que siempre parece dispuesto a lanzar una consigna como quien lanza un hueso de aceituna, y proclamaba que esto sólo era cosa de alcaldes socialistas, eso sí, horas antes de que estallara el escándalo de Murcia y dimitiese un consejero del PP. Hay que ser muy cerril para creer que sólo alcaldes socialistas caerían en la tentación. En fin, es poco probable que Egea aprenda la lección. Nada en su trayectoria hace pensar que vaya a aprender nada de esto. Y otro caso más, casi más chusco: un nuevo consejero de Sanidad también del PP, en Ceuta, no sólo se vacuna con trampas sino que además se justifica con un mensaje antivacunas. No se sabe si es más caradura o más ceporro, aunque no hay que descartar que sea ambas cosas a la vez, incluso en grado superlativo.