“Los compositores vivos tienen más respuestas que los artistas del pasado”
● El pianista David Greilsammer publica en Naïve su álbum más personal, un laberíntico recorrido por la historia de la música que tiene como centro una pieza de Enrique Granados
David Greilsammer (Jerusalén, 1977) se enfrenta en este disco a sus propios demonios en forma de un sueño de adolescente que lo persigue desde hace años. –Su carrera discográfica se ha movido hasta ahora entre Mozart y los álbumes conceptuales. ¿Qué aporta este nuevo CD en ese contexto?
–Esta es la primera vez que decidí contar una historia personal con un álbum. Hasta ahora nunca habían tratado una parte íntima de mi vida, y por tanto resultó mucho más desafiante para mí, por eso me llevó cinco años elaborar este álbum. De hecho, comencé a interpretar este recital en público hace algunos años, pero enseguida me di cuenta de que tenía que ser aún más radical, personal e intenso para lograr expresar verdaderamente lo que me había pasado; de hecho, durante más de veinte años –desde que tenía 15– solía tener un sueño recurrente casi todas las noches, y nunca pude entender por qué ese sueño era tan fuerte y extremo, y por qué regresaba con tanta frecuencia. Era un sueño en el que yo estaba atrapado en un enorme laberinto, tratando de encontrar la salida. Como nunca había logrado resolver ese problema, simplemente decidí vivir con él. Pero hace unos años me di cuenta de que no podía seguir así, y que tenía que hacer algo con ese sueño. De repente quedó claro que tenía que encontrar una manera de expresarlo con música. Entendí que era hora de que yo, como artista, compartiera esa experiencia con el público. Y por eso este álbum es tan diferente de todos los que hice antes. –Recorre aquí varios siglos de tradición musical, ¿puede entenderse la historia de la música más como un laberinto que espera a ser resuelto que como un camino lineal y predecible? –Sí, desde luego. Creo que todas las artes tienen un camino muy impredecible y es imposible saber adónde nos llevará la vida. El mundo está en constante cambio, especialmente en este período, y la pandemia actual es la prueba de que cada parte de nuestras vidas puede verse completamente abrumada y radicalmente transformada. Y por eso también creo que la cronología es un concepto muy problemático en la vida y también en las artes: si algo pasó en el pasado, no significa que podamos estar seguros de cómo se desarrollará en el futuro. Tenemos que respetar y estudiar el pasado para poder ofrecer algo diferente en el futuro. Amo a Mozart, Beethoven y Chopin, pero tenemos que hacer cambios radicales en nuestro mundo de la música clásica para que estos maravillosos compositores puedan seguir estando con nosotros en muchos siglos venideros. No olvidemos que estos compositores ya no están vivos. Me resulta muy parecido a un laberinto: nos perdemos, buscamos e incluso aprendemos algunos elementos importantes del pasado; pero al final, tenemos que encontrar la salida abriendo nuevas puertas, y tenemos que encontrar un nuevo espacio que nos dé esperanza para el futuro.
Los compositores vivos tienen más respuestas que los artistas del pasado y por eso también fue muy importante para mí incorporar varios artistas contemporáneos a esta grabación.
–¿Son más creativos para el intérprete los discos conceptuales?
–Los álbumes conceptuales son muy arriesgados: si no se crean con cuidado y si no tienen una visión muy clara detrás pueden ser peligrosos, tontos, superficiales o incluso muy aburridos. El concepto detrás de un proyecto de esas características debe ser claro, significativo, con una profunda investigación musical detrás. Para mí, personalmente, en nuestro loco mundo actual de 2021, grabar simplemente tres sonatas de Schubert, por ejemplo, no me parece un viaje artístico muy convincente. Tiene que ir mucho más allá, explorar conexiones más profundas con nuestro mundo actual.
–Los diálogos (Scarlatti – Cage / Barrocos y contemporáneos) son esenciales en algunos de sus discos. ¿Qué diálogos hay en Laberinto?
–Siempre me han fascinado los encuentros y las conf luencias. No solo en la música, sino en la vida en general. Siempre me hago esta pregunta: ¿qué sucede cuando dos mundos separados, que se suponía que nunca se encontrarían, se encuentran por pura casualidad? ¿Cambiará su destino de repente? Para mí, un encuentro inesperado es una de las experiencias más poderosas y emocionales que podemos tener como seres humanos. Y por eso el diálogo está tan presente en muchos de mis proyectos, en grabaciones y también en conciertos. –¿Qué criterio siguió para hacer la selección de las obras del álbum?
–Dado que mi álbum está completamente basado en un sueño, el aspecto más crucial para mí fue encontrar los sonidos que pudieran expresar este viaje dentro del laberinto. ¿Pero cómo encuentras estos sonidos? Esta es la pregunta que me obsesionó durante muchos años. Y esa es la razón por la que me llevó tanto tiempo encontrar la música para este proyecto. Se trataba de encontrar los sonidos adecuados, los sonidos que me habían estado acompañando en el laberinto durante todos estos años. Por supuesto, tuve que confiar en mi imaginación y, naturalmente, mis elecciones fueron muy subjetivas… Pero no buscaba la verdad, sólo buscaba las sonoridades que expresarían este viaje salvaje. Y esa es la razón por la que en el álbum no solo hay piezas completas, también hay fragmentos muy cortos o extractos de piezas más grandes.
–Las piezas se organizan de tres en tres con Granados justo en el centro, ¿por qué esta estructura?
–Muy pronto me di cuenta de que tenía que elaborar una estructura muy clara. Un laberinto suele tener una arquitectura muy hermosa, elegante y matemática, y quería encontrar una manera de crear en mi álbum, una estructura que también pudiera tener este tipo de arquitectura rigurosa. Y me di cuenta de que podría lograrlo si pensaba en este proyecto como una novela literaria, en lugar de pensar en él sólo como un álbum. Por supuesto, en una novela generalmente hay capítulos, y siempre hay una estructura muy clara para estos capítulos, y esto es lo que acabé haciendo. Mi álbum tiene siete capítulos: hay tres capítulos iniciáticos, tres capítulos finales, y en medio de este laberinto está el capítulo central. El capítulo central está representado por la obra maestra El Amor y la Muerte, de Granados. Cada laberinto –desde la mitología griega hasta nuestros tiempos modernos– siempre tiene un centro, un lugar donde te enfrentas a ti mismo, donde necesitas transformarte para siempre. Y esta pieza de Granados, para mí, fue la expresión perfecta de ese importante momento en el Laberinto. El momento en que te encuentras contigo mismo y te das cuenta de quién eres.
En nuestro loco mundo actual grabar simplemente tres sonatas de Schubert no me resulta convincente”
Lo más crucial fue encontrar los sonidos que pudieran expresar este viaje dentro del laberinto”