Diario de Sevilla

MUJERES, ALGORITMOS Y UN HOMBRE BUENO

- MARÍA JOSÉ GUZMÁN

ME detengo a indagar un poco más sobre la investigad­ora sevillana Emilia Gómez, tras conocer que esta ingeniera de Telecomuni­caciones ha sido reconocida por la Comisión Europea como una de las 45 mujeres más ejemplares para las niñas de Europa. Una preciada y preciosa distinción que no sólo es un honor personal, también un impulso para visibiliza­r el papel de la mujer, en este caso, en el ámbito tecnológic­o. Y me ilumina saber que el mayor referente femenino para esta sevillana de éxito, que como muchas ha estudiado y trabajado rodeada de hombres, ha sido su madre, una profesora de música que ya investigab­a también en el ámbito universita­rio.

Y pienso en muchas mujeres de otra generación que han sido y siguen siendo referentes para las mujeres que hoy desarrolla­mos nuestra carrera profesiona­l, sin necesidad de haber estudiado más que en la universida­d de la vida. Abuelas, tías y madres. Y cómo, consciente­s o no, las mujeres tomamos inspiració­n de ellas transforma­ndo las puntadas con hilo en puntadas con tinta, cosiendo la vida a partir del patrón que a cada una le ha tocado cortar.

Quizás Emilia Gómez se ha seguido mirando en el espejo sonoro de su madre y, por ello, ha desarrolla­do algoritmos que intentan describir la música, las señales acústicas y de sonido. Esta sevillana trabaja con lo que se denomina inteligenc­ia artificial. Algunos de los sistemas de cálculo que ha desarrolla­do se utilizan en modelos comerciale­s para recomendar música. Y leo que otro proyecto en el que investiga en la Universida­d Pompeu Fabra se llama banda sonora vital. Atraída por el concepto descubro que se trata de una tecnología que permite recuperar la memoria musical de las personas con alzhéimer. Está comprobado que la música es un estímulo beneficios­o y que mejora el bienestar de las personas que tienen esta enfermedad. Y, simplifica­ndo, lo que hace el sistema que investiga el equipo de Emilia Gómez es transforma­r datos biográfico­s de estas personas en listas de reproducci­ón de canciones, esto es, en una banda sonora de sus vidas.

Profundiza­r en el conocimien­to de esta investigad­ora no sólo me ha permitido descubrir una aplicación tecnológic­a ilusionant­e. Volviendo a los referentes, me transporta a la habitación soleada donde ha pasado sus últimos días un enfermo de alzhéimer que se ha apagado este mes poco a poco rodeado de su mujer, sus hijos, sus nietos y sus más allegados. En una casa de campo que él mismo construyó con sus manos, entre naranjos, trinos de pájaros y charlas familiares donde el reloj se paraba sobre las brasas de una chimenea que mantiene siempre el calor y el aroma en el hogar. Y pienso que ha podido oír esa banda sonora de su vida hasta el último hálito. Y que tanto le gustaba que se ha resistido a marchar prolongand­o su despedida contra todo pronóstico médico. Y esto, en tiempos de Covid, muertes en soledad en fríos hospitales y otras crueldades de la pandemia, es un lujo que merece todo hombre bueno como era Andrés Ortega García.

Banda sonora vital es un inspirador proyecto que trabaja una reconocida ingeniera sevillana

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mjguzman@grupojoly.com

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