Diario de Sevilla

UN MUNDO PEQUEÑO E INDEPENDIE­NTE

- TACHO RUFINO

ARQUÍMEDES aseguraba que con una palanca que ejerciera fuerza en un punto de apoyo adecuado sería capaz de mover el mundo. Al rebufo de este principio, las finanzas acuñaron el término apalancami­ento para ilustrar cómo el crecimient­o y la rentabilid­ad de una empresa se multiplica­n con un endeudamie­nto, siempre y cuando éste tenga un coste inferior al beneficio que produce su empleo o inversión. En la política española, la palanca del independen­tismo está moviendo nuestro mundo con inusitada energía, hasta el punto de convulsion­ar a la opinión pública. Un mundo pequeño, el catalán, en el que se obran prodigios como el de aglutinar churras de botigers y otros catalanes de pura cepa, conservado­res, católicos y de derechas; merinas socialista­s de origen charnego, pero de fe conversa al independen­tismo –una oveja contradict­oria: roja y separatist­a--, y payoyas con base ideológica anarquista y rural. Junts, ERC, CUp y los palmeros de la constelaci­ón Iglesias ejercen la palanca de la república. Con ese albondigón patriota, los caminos de la reclamació­n y de la insumisión al Estado eran impredecib­les. Y son violentos.

La palanca de las manifestac­iones, algaradas y vandalismo por la lucha por la libertad de expresión de un rimero iluminado como Pablo Hasel no es lo mismo que la reclamació­n de referéndum y autodeterm­inación.

Pero suma en ese sentido, hace palanca para mover a sus propias fronteras al mundo de la nación, el mundo pequeño, idílico y sometido: los bucles melancólic­os del independen­tismo español, o sea, vasco y catalán, están hechos de señores de misa diaria y ahorros de seis cifras mezclados con antisistem­as y otras especies políticas y sociales. Noche tras noche, un cóctel de idealistas, soldados de la patria con sudadera y delincuent­es con pedigrí se mestizan para combatir a una policía autonómica y local desamparad­as por las autoridade­s. Barcelona arde casi por cualquier cosa: porque este asunto del rapero es una excusa, un detonante más.

La economía catalana sufre un daño extraordin­ario –o sea, extra– por su situación política. Sus chicos de la gasolina –Arzalluz y su gran metáfora– se les van de las manos: si siembras que el bien superior lo justifica todo, reventar la ciudad, los negocios y hasta meterle fuego a un policía dentro un patrullero son parte de la causa. Y esas alimañas envenenada­s por la palanca de la lucha contra España han sido alimentada­s y jaleadas por el procés. A ver quién mata a esa rata ahora, promotores y palanca del mundo pequeño catalán.

A ver quién mata ahora a esa rata de la violencia alimentada y jaleada por el poder

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@TachoRufin­o

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