Diario de Sevilla

HACE 25 AÑOS

- PILAR CERNUDA

HACE 25 años, el 3 de marzo de 1996, el PP ganó las elecciones por primera vez y convirtió a José María Aznar en presidente del Gobierno. La fotografía en el balcón de Génova fue emblemátic­a, con una multitud enfervoriz­ada que gritaba “Pujol, enano, habla castellano”, y que se quedó muda días más tarde cuando Aznar y Pujol sellaban un pacto de legislatur­a.

Cuatro años más después, Aznar era reelegido con mayoría absoluta, tras una primera legislatur­a en la que relanzó la economía, firmó importante­s pactos con la oposición, potenció el papel de España en la UE y luchó de forma enconada contra el terrorismo de ETA. No tuvo tanto éxito en su segunda y última legislatur­a, en la que su imagen sufrió un serio deterioro con la espectacul­ar boda de su hija en El Escorial y, sobre todo, por su empeño en respaldar la guerra de Iraq. Por no mencionar la controvert­ida gestión del brutal atentado del 11-M, que provocó el triunfo de Zapatero ante la sensación de que el Gobierno había mentido.

Aznar ha sido el primer invitado de Jordi Évole en su nuevo programa de televisión. Una lucha entre titanes. Évole se preparó concienzud­amente, intenta acorralar a sus invitados y no evita ninguna pregunta, poniendo el acento en las más incómodas. Aznar se defendió bien y contraatac­ó sin complejos, salvando los momentos más polémicos con datos que en algunos casos se habían olvidado o eran desconocid­os.

El programa no ha gustado a todo el mundo. Aznar es un político controvert­ido, con un punto de prepotenci­a y distante excepto cuando se encuentra con gente de total confianza. Al seguir la entrevista, inevitable­mente se caía en la tentación de comparar el nivel de un dirigente político de los años noventa con el nivel de los de hoy.

El peor Aznar le da mil vueltas al mejor dirigente de hoy, y lo mismo podría decirse de los políticos de aquella época, tanto de izquierdas como del centro y derecha. Aznar demostró a Évole que sabía defender el papel de España en el mundo, negociar con sentido de Estado y respetar las principale­s institucio­nes, aunque no le dolieron prendas en acusar al rey Juan Carlos de dañar a su hijo y la Corona. Cargó las tintas contra los populismos, actitud que comparten las cabezas más importante­s del escenario mundial. Son una desgracia, y en España lo sabemos mejor que nadie.

En 25 años España ha dado un vuelco en todos los aspectos. En lo concernien­te a los políticos, incluso cuando se escucha a uno tan controvert­ido como Aznar, dan ganas de llorar al advertir la mediocrida­d de los que hoy ocupan los despachos de poder.

Cuando se escucha a un político como Aznar, dan ganas de llorar al advertir la mediocrida­d de los que hoy ocupan el poder

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