Adiós al ingeniero y cofrade Otto Moeckel
● Benedicto XVI le concedió la medalla Pro Ecclessia et Ponfitice a petición del cardenal Amigo ● Ha sido una institución en el Baratillo por su constante ayuda
Un gran vacío en el Arenal. Ha fallecido, a los 92 años de edad, el ingeniero, empresario y reconocido cofrade Otto Moeckel von Friess, que nació en Sevilla en 1929, el año en que la ciudad se reinventaba gracias a la Exposición Iberoamericana. Descendiente de alemanes que vinieron a electrificar la provincia sevillana, era hijo único. Su familia paterna procedía de Sajonia y la materna, de Baviera. Fue criado en los valores del esfuerzo, el orden y la disciplina. Estuvo casado con María del Carmen Gil Otero, que falleció en agosto de 2019 y con la que tuvo ocho hijos (María del Carmen, Reyes, Otto, Mayte, Emilio, Joaquín, Enrique y Ana), 19 nietos y cinco bisnietos.
La capilla del Baratillo acogió durante la jornada de ayer la capilla ardiente, que fue visitada por numerosas personas, siempre cumpliendo las medidas sanitarias y de seguridad vigentes. Con la Virgen de la Piedad y el Cristo de la Misericordia todavía expuestos a la veneración de los fieles, el féretro de Otto Moeckel se dispuso a los pies de la que era su gran devoción. El alcalde de Sevilla, Juan Espadas, y el arzobispo, monseñor Asenjo, visitaron durante la mañana la capilla baratillera para dar el último adiós a este sevillano ilustre.
El hermano mayor del Baratillo, Luis Fernando Rodríguez Carrillo, expresó a este periódico el sentir de la cofradía que ha perdido a uno de sus referentes: “La junta de gobierno tomó unánimemente la decisión de abrir la capilla para el velatorio. La Piedad, su gran devoción, está todavía expuesta y en el altar mayor se encuentra la imagen de San José, de la que también era muy devoto. Son momentos de duelo, pero también de agradecimiento y cariño. Don Otto se merecía esto y mucho más. Ha dado su vida por la hermandad”.
Otto Moeckel ha mantenido una estrecha vinculación con la Hermandad del Baratillo, de la que ha sido uno de los personajes más importantes en los últimos 75 años de historia de esta corporación. Fue inscrito en ella en 1938 y desempeñó el cargo de hermano mayor entre 1967 y 1974. Siempre estuvo disponible para prestar cualquier colaboración con la hermandad, lo que le permitió gozar de una autoridad no sólo basada en el sinfín de ayudas económicas que había proporcionado, sino en la auctoritas ganada a pulso con las horas invertidas.
Esta relación constante le valió la medalla de oro del Baratillo, la de plata de la Real Maestranza y la Pro Ecclessia et Pontifice concedida por Benedicto XVI a petición del cardenal Amigo, además de otros numerosos reconocimientos y homenajes. Durante la entrega de este reconocimiento pontificio, que tuvo lugar el 23 de mayo de 2008 en el salón del trono del Palacio Arzobispal, el entonces vicario general de la Archidiócesis, Francisco Ortiz, se encargó de glosar la figura de don Otto. Concretamente, destacó “la educación en el catolicismo” que dio a todos sus hijos. Sin duda, éste ha sido uno de sus mayores legados.
En la cuaresma de 2018, recibió uno de sus últimos reconocimientos. La Fundación Cajasol le distinguió con el premio Gota a Gota de Pasión honorífico a toda su trayectoria en la ciudad y en las cofradías. El propio alcalde, Juan Espadas, quiso sumarse al reconocimiento entregando él mismo el galardón. Tras el aplauso y el reconocimiento de los muchos cofrades presentes, el veterano baratillero animó a las hermandades a continuar con su labor: “Conserven, afiancen y, si se puede y con cuidado, mejoren y amplíen”. Sabias palabras.
Los que más le han tratado aseguran que nunca hablaba mal de nadie, que siempre hacía uso de una fina (y cada vez más escasa) elegancia cuando tenía que ofrecer una opinión comprometida, situación de la que siempre sabía escurrirse con suma inteligencia.
Siempre fue un sevillano hiperactivo, incluso en su jubilación (dirigió una empresa con 70 empleados a su cargo). El trabajo, la actividad cotidiana y las idas y venidas del barrio del Arenal fueron la combinación que lo mantuvieron con vitalidad hasta el último momento. A lo largo de su vida ha hecho gala de sus exquisitas formas y costumbres arraigadas y, sobre todo, de una oratoria antigua y ordenada que pareciera que estaba escribiendo cuando hablaba, detalla su círculo más cercano.