Diario de Sevilla

“NOS QUEREMOS SANOS”

- FERNANDO SANTIAGO

DESDE hace meses una lona afea la hermosa fachada neoclásica del edificio de la Diputación de Cádiz. Peor que el impacto estético está el ético: contiene una sedicente mentira perpetrada por una asesora que lleva toda la vida viviendo del cuento, sin que nadie se haya atrevido a corregirla por no ser catalogado de machista o seguidor de Vox, valga la redundanci­a. Dice “la violencia machista causa más muertes que la guerra, el cáncer o los accidentes de tráfico”. La falacia es de tal magnitud que quienes la han pensado, escrito, diseñado o consentido deberían comparecer ante la Justicia. Es el síntoma moral de nuestra época: hay gente que ha hecho de una noble causa una profesión, para lo que necesita mantener viva la llama. Ese feminismo profesiona­l viene a empañar el trabajo de miles de mujeres que trabajan con abnegación en el movimiento feminista desde hace décadas con el afán de conseguir la igualdad plena entre hombres y mujeres. Las profesiona­les del activismo precisan de malas noticias para vivir; si dijeran que los datos mejoran, que se producen avances, nos daríamos cuenta de que no hace falta pagarles un salario. Cuando empezó la pandemia se nos dijo que habría un aumento considerab­le de asesinatos machistas fruto de la obligada convivenci­a y pasó lo contrario, han bajado al mínimo histórico, que ya en España era de los más bajos de todos los países de la OCDE, 43 el año pasado, tres en lo que va de año. En lugar de celebrar que estamos en los niveles más bajos desde que hay registros, se busca siempre un dato negativo que nos cause pesadumbre. Cada año hay registrado­s en España 3.600 suicidios (mayoría de hombres), el año pasado hubo 299 homicidios en España(mayoría de hombres), 870 muertos en accidentes de tráfico, 780 muertos en accidentes laborales (mayoría de hombres), 250.000 muertes por cáncer. La lona mentirosa de la Diputación gaditana es un síntoma moral, reflejo de ese sector oficial del feminismo. Por supuesto hay muchos motivos para manifestar­se este 8-M, pero hay otro más importante para no hacerlo: el Covid-19, el mismo motivo que debió evitar las manifestac­iones de Vox, claro. En Andalucía no deberían haberse hecho las convocator­ias, ni haberse autorizado ni deberían asistir a las concentrac­iones. Que la causa del feminismo sea justa no impide que Irene Montero provoque rechazo, que hay elementos de la llamada Ley del Sí es Sí que son un disparate, que el llamado “lenguaje inclusivo” es una majadería sin pies ni cabeza (¿no sería mejor que “nos queremos vivas” decir “queremos seguir vivas”?). En todo movimiento siempre hay exaltados y exaltadas, lo que no debe cuestionar los objetivos de la reivindica­ción.

El feminismo profesiona­l empaña el trabajo de miles de mujeres que trabajan en el movimiento desde hace años

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