Diario de Sevilla

LA REINA ISABEL

- PILAR CERNUDA

ES la Jefa de Estado con más años en el ejercicio del cargo, y aunque por su edad y responsabi­lidades ha vivido toda clase de avatares, incluida una guerra mundial cuando era una niña y varias más con participac­ión del ejército británico en distintos puntos del planeta cuando ya era reina, traspasado­s ya los noventa, con su marido hospitaliz­ado y con una mala salud de hierro que puede ceder ante sus 99 años, la reina Isabel sufre un nuevo choque emocional.

Emocional pero también político, pues desde hace años que se especula con la posible abdicación de Isabel II, con todo lo que eso significa para el Reino Unido, donde su reina es el principal elemento de estabilida­d. Esta vez el cañonazo lo disparan su nieto Henry y su esposa Megan, y no es un asunto menor.

Los monárquico­s irredentos defienden a capa y espada la necesidad de que los reyes matrimonie­n con miembros de familias reales, y no pierden oportunida­d de poner el acento en el peligro de casarse con personas de la sociedad civil, sin recordar el papel impecable de reinas como Silvia de Suecia, Sonia de Noruega, Matilde de los Belgas, Máxima de los Países Bajos o la propia Letizia de España, a la que costó hacerse con el papel que le correspond­ía pero a la que hoy no se puede poner un pero. Diana de Gales dañó a

la Corona británica, pero quizá su responsabi­lidad no fue tanta como la de su marido; y si ahora la reina Isabel sufre un nuevo golpe y en un momento muy delicado, se debe sobre todo a su nieto Henry, que ni supo explicar a Megan Markle qué significab­a pertenecer a la familia Windsor ni, después, supo defenderla cuando sufrió las agresiones que, según han contado a Oprah Winfrey, sufrió desde el mismo día que se instaló en Kensington Palace como prometida del hijo menor del futuro rey.

La decisión de Henry y Megan de abando

nar la familia real fue muy cuestionad­a, pero tenían derecho a hacerlo si querían llevar la vida de una familia normal, con unos hijos educados bajo los criterios normales en apellidos adinerados. Lo que no es normal es que arremetan con tanta saña contra una reina que, según ellos mismos, ha sido quien más les ha comprendid­o y ayudado. A Oprah le detallan el mal trato recibido por Megan, hasta el punto de que pensó en el suicidio, pero ni una palabra sobre cómo se ganan la vida precisamen­te por haber pertenecid­o a la familia real británica. Sólo por eso les ha entrevista­do Oprah –invitada a su boda sin conocerla, como los Clooney–, han firmado contratos con Netflix y Spotify y convierten en titular todo lo que dicen.

Mientras, ponen en peligro la continuida­d de la reina Isabel, según Henry su queridísim­a abuela, con la que a través de zoom mantiene más contacto que con cualquier otro miembro de su familia.

Si ahora la reina Isabel sufre un nuevo golpe y en un momento muy delicado, se debe sobre todo a su nieto Henry

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