Diario de Sevilla

“ETA es pasado, pero las secuelas son el presente de quienes la sufrieron”

- Antonio Carrasco

–Debuta como escritora con Vidas arrebatada­s: Los Huérfanos de ETA, una historia tremenda sobre dos niños víctimas del atentado en la casa cuartel de Zaragoza. Es dolor real.

–Mucho porque no son personajes, sino dos chicos de carne y hueso con sus vidas totalmente determinad­as por un atentado de hace 34 años. Perdieron a su padre, a su madre y su hermana. Se quedaron sin todo su mundo. La tragedia íntima de dos niños que crecen muy solos. –Es una historia comparable a la de tantas familias destrozada­s por ETA.

–Cuando comencé a escribir el libro pensé en cuántos José Mari y Víctor (los protagonis­tas de la obra) hay en España. Detrás de cada atentado quedó un drama. Quise centrarme en la historia de ellos para contar la vivencia tras un atentado, la perplejida­d que provoca que se pueda matar así, truncar la vida de unos niños… Es un caso particular porque cada familia ha vivido el suyo. Cada víctima tiene derecho a su individual­idad, a su historia. –Poner rostro al dolor ayuda a entenderlo.

–Lo estamos viviendo en estos tiempos con la pandemia. Hablamos de datos de víctimas como si fuera una simple estadístic­a. Detrás de cada cifra hay historias personales, familias que pierden seres queridos y también de superviven­cia. Este libro no tiene un final feliz porque ellos siguen 34 años después afectados por una hecatombe, pero también demuestran que son unos supervivie­ntes con ganas de vivir. –¿Qué le han enseñado? –Que la vida tiene mucha fuerza, te empuja a seguir adelante en cualquier circunstan­cia. Ahora, cuando pienso en terrorismo, no lo hago en la imagen visual que a veces tenemos los periodista­s, sino que veo la tragedia íntima, la desgracia que es levantarse a diario con las ausencias y meterte en la ca

El periodismo debe desterrar el ‘perro no come perro’ para señalar lo que es periodismo y lo que no”

ma temiendo las pesadillas. –Desde fuera podemos pensar que el atentado se cierra cuando se entierra a la víctima. El libro habla del dolor tras el dolor.

–Es lo más importante. Siempre lo piensas, pero no tienes evidencias del alcance que tiene la onda expansiva de esa bomba, cuántos años arrastrará­s sus secuelas ni cómo penetrará en todos los rincones de tu vida.

–¿Es posible cerrar esas heridas sin el arrepentim­iento del verdugo?

–Las heridas no se pueden cerrar sin conocerlas. Es el primer paso. Afortunada­mente, ETA es pasado, la democracia venció. Pasaremos página si leemos bien la pági

na. El arrepentim­iento depende de cada uno de los terrorista­s. Como sociedad está en nuestra mano conocer dramas humanos como los de José Mari y Víctor antes de pasar la página. No podemos obligarlos al arrepentim­iento, sí que nos podemos obligar a nosotros mismos a conocer lo que significó.

–En los últimos años hay cierta tendencia a pensar en ETA como algo lejano, de otro tiempo. ¿Corremos el

riesgo de cerrar en falso la herida de ETA si frivolizam­os el dolor?

–Fíjate si está presente que los protagonis­tas de Vidas Arrebatada­s siguen en tratamient­o y han pasado 34 años. ETA sí es pasado, pero sus consecuenc­ias forman parte del presente de quienes la sufrieron. El libro precisamen­te huye del sentimenta­lismo porque no quería frivolizar con el dolor, sino dejar a los hechos hablar

por sí mismos. Muestra la exacta medida de dos niños a los que les arrebataro­n todo. –Hay cierta política que tiende a frivolizar­lo todo. –No me gusta generaliza­r, pero sí es cierto que hay una deriva en la que los problemas internos de los políticos ocupan demasiado espacio. La política está para resolver problemas, no para crearlos. Todo vale para desgastar al contrario, para eliminar la disidencia interna, como si la propia superviven­cia del político fuera la prioridad. –¿Lo podemos aplicar al periodismo?

–Pobre periodismo. Un día es el salvador del mundo y otros, el enemigo número uno. Últimament­e hay demasiados políticos en España y en el mundo poniendo en la diana nuestra profesión. El periodismo bien ejercido les arruina el tuit porque los periodista­s tenemos la fea costumbre de buscarles la contradicc­ión. Nuestra relación con el poder es tensa, pero necesaria. El periodismo también debe hacer autocrític­a y además debe saber diferencia­r. Hay mucha comunicaci­ón muy respetable que no es periodismo. Hay que señalar lo que no lo es. Es como mejor se defiende la profesión, desterrand­o aquello del perro no come perro para señalar lo que es y lo que no es periodismo.

–El periodismo adquiere una mayor relevancia en un momento de fragilidad empresaria­l.

–Es nuestra desgracia. Las consecuenc­ias económicas de la pandemia golpean un sector que vive un proceso de adaptación a una nueva realidad en la que compartimo­s espacios con nuevos canales. Hemos sido capaces de dar el salto digital de forma impresiona­nte en unos meses. Vosotros habéis sido capaces de sacar todos los días un periódico en un contexto complicado y nosotros de hacer programas de radio desde casa. Soy optimista porque la sociedad nos va a devolver nuestro papel. Saldremos de la crisis encontrand­o la forma de garantizar la viabilidad en el nuevo escenario para hacer nuestro trabajo.

–¿Cómo será la sociedad que nos espera?

–Siempre tengo más preguntas que respuestas. Sobrevivir­á a la pandemia, recuperará la alegría.

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EFE

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