APUNTES DE LA HISTORIA
Soberbio complejo
La Real Fundición de Artillería de Sevilla fue una de las más importantes fábricas de cañones del Estado durante la Edad Moderna. Los modestos talleres de fundición que formaban la fábrica desde 1565 hasta 1717 se transformaron, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, en un soberbio complejo de más de 18.000 m2 con altos niveles de producción en serie y especialización de los distintos procesos, precursora de una temprana revolución industrial en España. Por su capacidad productiva llega a convertirse en la única fábrica española de artillería de bronce a partir de 1802.
Sistemas de innovación
A partir se 1766 se produce un punto de inflexión en el devenir de la fábrica, cuando se inicia una etapa de gestión directa por el Estado y aparece la figura de Jean Maritz, experto fundidor suizo. Aprovechando las remodelaciones anteriores, Maritz proyecta la ampliación de las instalaciones para dar cabida a hornos de mayor capacidad y concentrar las distintas fases de manufactura, promoviendo el empleo de la energía hidráulica para el barrenado horizontal “en sólido” de los cañones. Eso es lo que explicaría la gran altura de las naves, se elevan para que los gases de combustión y los humos tengan mejor salida.
Las ‘máquinas de sangre’
Luego se dio un paso atrás, pues este barrenado que se hacía con molinos de agua se abandonó y se pasó de nuevo en el barrenado en las naves, en esta ocasión, con máquinas de sangre, con animales. Esto implicó una necesaria reforma. Tomás Botani construyó naves que salvan luces considerables mediante el empleo de cerchas de madera y hierro, todo un alarde estructural justificado por la instalación de estas barrenas movidas a tracción animal, eso fue otra innovación arquitectónica. Maritz incrementó el complejo en altura y Botani lo hizo en extensión, creando espacios muy contemporáneos.
Reformas del siglo XIX
El empuje de la fábrica se mantuvo y el edificio se fue adaptando a los nuevos tiempos y remodelando sus espacios. El esquema original del siglo XVIII es tan potente que se mantiene, pero conviven diversos espacios y algunos se cerraron incluso en el siglo
XIX. Los militares adaptaron también el complejo a sus necesidades administrativas y tapiaron y ocultaron elementos que ahora han aparecido con algunos derribos de tabiques.