El esperpento del VAR y Çakir
¿Quién es más apóstata? ¿El sevillista que dejó de creer en la fe de Lopetegui por su forma de gestionar los dos partidos ante el Barcelona? ¿O Lopetegui renunciando en Westfalia a su credo del control con la pelota en pro de la presión y la verticalidad? La necesidad lle
El VAR rigorista que mide el movimiento con el ojo de la tecnología privó a Haaland de que subiera un golazo a su cuenta, Pero le permitió marcar de penalti repetido cuando Bono le había hecho no uno, sino dos paradones en su primer intento. Çakir, instigado por el VAR, anuló el gol del noruego tras un ataque impresionante desde atrás, desde la salida de Hummels, hasta la diagonal desde la izquierda de Haaland, su pared y la carga de Fernando de la que salió rebotado el sevillista. Una jugada antes, había habido un agarroncillo de Koundé ante el que se dejó caer el mismo hombre que escupió a Fernando. Luego fue el esperpento del penalti repetido. Un absurdo contra la belleza del fútbol. Más verdad hubo en el saludo final entre Haaland y Bono. ruego de 20 años que va para delantero de época y que ya se rifan los más potentados económicamente de Europa. Cinco goles marcó, uno que anuló Çakir, a sugerencia del VAR por no se sabe qué para pitar un penalti que no puede serlo sino en el fútbol moderno del dichoso VAR.
Haaland empezó a decantar la eliminatoria con la jugada que propició el 1-1 de Dahoud en la ida y luego, él solito, generó más peligro que todos los delanteros que sacó el Sevilla en los dos partidos, que los tres con los que terminó acosando en su área al equipo aurinegro. La réplica de En-Nesyri, con su valentía al pedir el balón y lanzar el penalti del 2-1 y con su soberbio cabezazo al gran centro de Rakitic ya en los estertores del partido, fue corta y tardía. Pero el marroquí fue el turiferario que ahumó de incienso la luz que debe iluminar a este equipo de aquí a mayo. Sin Semana Santa ni Feria, que haya fútbol al menos.
Tras el correctivo de Haaland, duro en el partido de ida y más duro aún en el de vuelta por el fútbol que estaba desarrollando el once elegido por Lopetegui, debe haber vida. El Sevilla se tomó en serio lo de las hazañas imposibles, su propia historia de épica, e intentó reescribirla en el mítico Westfalenstadion. Presión adelantada, fuerza en los envi
Renació la olvidada versión enérgica, vertical y rabiosa como los goles de En-Nesyri
tes, combinaciones rápidas y verticales, precisión y energía...
Para ello fue fundamental la vuelta al once del flanco izquiedo en plenitud. Acuña y Ocampos, que estaban lesionados en el partido de Nervión, le dieron al equipo de Lopetegui el ímpetu y la pujanza que le estaba faltando. Los dos argentinos y Óscar, sorprendente elección para acompañar a Joan Jordán y Fernando en el eje de la medular, le inyectaron al Sevilla la adrenalina que le estaba faltando a un grupo que parecía haber perdido el hálito.
Al Sevilla le faltó pegada, remate. No todos pueden tener a un Haaland que es un peligro en cada cruce. Aun así, fue otro Sevilla, otra versión como renacida de la carestía. El más cornás da el hambre del Espartero en versión futbolera. Y En-Nesyri alzó su voz con fuerza, en un gran escenario. Su reivindicación llegó con el tiempo para el milagro casi caducado. Aunque Rakitic y Diego Carlos tuvieron el último estertor en el área aurinegra, para temblor de todos los borussers. Les faltó la determinación que sí tuvo el marroquí en sus dos rabiosos goles. La primavera asoma sin incienso, farolillos ni Champions ya en Nervión. Pero al menos el Sevilla olvidó el tono apocalíptico y se dio una nueva luz con la que enfocar el derbi.