¡Oh, Fabio! EL ARQUEOLÓGICO DE JAVIER BUZÓN
Clmolini@grupojoly.com REEMOS haber leído o escuchado –la memoria, ya se sabe, es hábil mentirosa– que fue Romero Murube el que, esponja en mano, se encargó personalmente de lavar amantísimamente las carnes blancas de la Venus de Itálica cuando, en 1940, emergió del subsuelo de un domicilio de Santiponce. Si no es cierto, è ben trovato. Nuestra Señora de Itálica –a algunos nos gusta llamarla así– es para muchos la más preciada joya del Museo Arqueológico de Sevilla, hoy cerrado con la promesa de una inminente reforma que, permítanme la desconfianza, muchos no creeremos hasta que la veamos concluida e inaugurada. Y es que si a algo enseña esta ciudad es a ser un impertinente y descreído Santo Tomás, tanto han sido los fiascos y las tomaduras de pelo.
El pasado viernes, sin embargo, volvimos a toparnos con las rotundas formas de esta Venus del Aljarafe gracias a la exposición Javier Buzón, más allá de su sombra, que recoge en el Cicus lo último de la obra de este artista de la generación sevillana de los 80 que vuelve a demostrar un magistral dominio de la pintura como arte y oficio. Ya unos meses antes, cuando Javier Buzón, botellín en mano, nos enseñó en su estudio de El Porvenir un adelanto de lo que sería la muestra, pudimos disfrutar de una obra que tiene mucho de reencuentro no sólo con algunos de los géneros más tradicionales e imperecederos de este arte (retrato, paisaje, bodegón…), sino también con la urbe misma, con algunos de sus detalles más queridos: las esculturas de Mercadante de Bretaña, los retablos de San Luis, las vitrinas del Arqueológico... Porque Javier Buzón es uno de esos sevillanos cultos y finos que conjugan sin complicación el amor a la ciudad (del que ha dado buena cuenta en su obra, con cumbres como su magnífico Nocturno de Catalana de Gas) con un cosmopolitismo omnívoro probablemente heredado de su maestro Pérez Aguilera.
Quien quiera comprender el significado de Javier Buzón, más allá de su sombra tendrá que leer el texto de Pepe Yñiguez que se reproduce en el catálogo editado por la Universidad de Sevilla y diseñado por Manolo Ortiz (cuya mano tanto echamos de menos en las publicidades del Teatro de la Maestranza). Nosotros nos conformamos con resaltar el cuadro de la Venus de Itálica, que se acompaña de otros (la Diana Cazadora, las vasijas protohistóricas y las cabezas romanas) que nos devuelven por unos instantes a esas antiguas salas de sobriedad soviética de la Plaza de América. Tanto, que nos pareció ver de nuevo a Fernando Fernández cambiando una bombilla sin que se le cayese ninguno de sus anillos de director, académico de Santa Isabel de Hungría y gran arqueólogo de la España celta.
Javier Buzón es uno de esos sevillanos que conjugan el amor a la ciudad con un cosmopolitismo omnívoro