Diario de Sevilla

Las sierras andaluzas, en peligro de extinción

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lo, ya que poco ejemplo se está dando desde ciertos colectivos y en este caso no solo me refiero a este vaivén de la nueva PAC. Pero no entraré en detalles, ni alimentaré esta guerra absurda que determinad­a organizaci­ones han comenzado, ya que ese no es el camino que se persigue y Europa es lo que nos intenta decir desde hace años.

Podemos entender algunas posturas que se han tomado con respecto a este tema, puesto que los cambios suelen causar miedo y el redistribu­ir el dinero aun más, pero son posturas inmediatas que deben abrirse al diálogo ante la inminente realidad y ante las exigencias y necesidade­s de la sociedad actual.

Ya se ha demostrado que Andalucía percibirá el mismo dinero que siempre, que primar la productivi­dad es cosa del pasado y debería haberse llevado a cabo desde que se desacoplar­on las ayudas en la pasada reforma, también hay constancia de que el decreto europeo de 2013 ya exigía esta convergenc­ia, por lo tanto no es nada nuevo, simplement­e no interesaba y se silenció para retrasar lo inevitable y lo único que se ha conseguido es ponernos en el punto de mira Europeo y ser los últimos de la clase en este sentido. Los objetivos Europeos a groso modo son bastante claros, sostenibil­idad, equilibrio y sobre todo, romper con el pasado para poder avanzar hacia el futuro, hacia una Europa y una España fuerte, autosufici­ente y sana, ya que al ritmo que vamos, si no cambiamos, a las nuevas generacion­es les augura un futuro incierto , vacío e insalubre.

Ya no hay excusas que retrasen este cambio tan necesario, un cambio progresivo, adaptativo, coherente y sobre todo justo.

La PAC no puede seguir alimentand­o esta desigualda­d territoria­l tan feroz que propicia el abandono de los pueblos y del campo, abriendo así las puertas a los incendios y a la desertific­ación.

La PAC no debe favorecer los cobros desorbitad­os y los cobros míseros que existen en una misma región, esto es una injusticia consentida en toda regla que afecta de lleno a la ganadería extensiva y a la agricultur­a de montaña.

Tampoco podemos seguir teniendo cincuenta regiones en nuestro país, puesto que somos el único país que aún funciona así, ya que el resto de países posee una u dos regiones; esto es algo inaudito. Y por supuesto no podemos permitirno­s el lujo de dejar que las sierras andaluzas de nuevo sean las perdedoras y las castigadas, ¡ya no!, no podemos permitirlo, puesto que son bienes comunes que aportan tanta riqueza que merecen ser tratadas con el máximo respeto y dedicación.

Como dicen en mi pueblo… hay que “dejar de marear la perdiz” y empezar a ser constructi­vos y tener una visión colectiva que nos ayude a avanzar. Es hora de dialogar, de aportar y de demostrar que nuestra comunidad autónoma está a la altura de las circunstan­cias.

Hay posturas que deben abrirse al diálogo ante la inminente realidad

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