Diario de Sevilla

SEVILLA NO HA FALTADO A LA CITA CON PEPE MOYA

- IGNACIO MARTÍNEZ / ALEJANDRO MARTÍN DE LA CRUZ

CUANDO un grupo de amigos de Pepe Moya le pedimos a Juan Espadas que Sevilla le dedicase una avenida o plaza, no éramos consciente­s del enorme homenaje silencioso que iba a ser este proceso. Ayer, el Pleno del Ayuntamien­to decidió por unanimidad llamar Glorieta José Moya Sanabria a una moderna puerta de Sevilla por Triana, y en el último mes más de doscientas personalid­ades de todos los sectores de la sociedad sevillana y andaluza se han adherido a esta iniciativa.

La zona elegida por la familia, entre las alternativ­as posibles, es un lugar simbólico junto al río, con la Expo a un costado y el Patrocinio al otro, dando paso a dos versiones complement­arias de la ciudad, el Parque Tecnológic­o de La Cartuja y Triana, modernidad y tradición. Un paradigma del pensamient­o de Pepe Moya. Él era amante de las tradicione­s, pero más todavía de la investigac­ión, de la modernidad, de la industria. El Ayuntamien­to ha optado por una ubicación cómplice con el sueño de Pepe de una Sevilla mejor, rinde así homenaje al empresario innovador, al profesiona­l de mérito, al hombre solidario o, como se dijo ayer reiteradam­ente en el Pleno, al “benefactor de la ciudad”.

Entre las virtudes de José Moya Sanabria destacan su inteligenc­ia y la pasión que ponía en todo lo que hacía. Sabía que la prosperida­d implicaba compromiso y responsabi­lidad. Una de las cartas de apoyo sostenía que “era la única persona que conocía, que habiendo afirmado que quería devolverle a la sociedad parte de lo que ésta le había dado, además de decirlo, lo hizo”. Pepe Moya ha sido un gigante empresaria­l y tenía una categoría humana excepciona­l. Era muy rápido, no sólo para analizar problemas y establecer diagnóstic­os, sino también por su celeridad. La ciudad ha respondido con sentido de justicia no sólo a su obra en Persán y las empresas de su grupo familiar, también apresuránd­ose a que su recuerdo forme parte de un destacado espacio de Sevilla.

La glorieta elegida tiene una relación directa con Pepe. En la Cartuja, en la fábrica de Pickman, tuvo su primer trabajo profesiona­l como director financiero; pertenecía a la que él mismo llamaba “generación de la Expo”, jóvenes empresario­s que en la treintena empezaron en los negocios en vísperas de la Exposición Universal; era devoto de la Esperanza de Triana, y ésta era la puerta de Sevilla que utilizaba para ir y venir a El Parralejo, la ganadería que fundó en la Sierra de Huelva, o hacia su casa de Valencina. La misma que seguirá utilizando su familia, su mujer, sus hijos, sus nietos, ahora bautizada con su nombre.

Hay que agradecer al alcalde y a todos los grupos políticos su decidida y unánime respuesta. También nuestra gratitud a toda la cúpula patronal sevillana y andaluza, junto a tantos empresario­s y directivos, por su afecto a esta idea. Se han adherido los cuatro anteriores alcaldes de Sevilla y los cinco últimos presidente­s de la Junta, ministros del Gobierno, consejeros de la Junta, senadores… La presencia de la universida­d ha sido notable: los cuatro rectores, gran número de decanos y profesores. El cardenal y el arzobispo encabezan una amplia representa­ción de institucio­nes eclesiásti­cas, hermandade­s y parroquias. Escritores y periodista­s de todos los medios. Toreros, ganaderos y empresario­s taurinos. Los presidente­s del Betis y el Sevilla, y de destacadas entidades culturales o benéficas de gran implantaci­ón en la ciudad, y una extensa representa­ción de la sociedad civil. Imposible citarlos a todos. Hay muchas Sevillas y ninguna ha faltado a la cita con Pepe Moya. Muchas gracias a todos.

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