Diario de Sevilla

EL RETO PENDIENTE DEL EJÉRCITO

- CARLOS NAVARRO ANTOLÍN cnavarro@diariodese­villa.es

ESTA tarde se entregan en Sevilla los premios del Ejército de Tierra, creados en 1945 y que por primera vez se conceden fuera de Madrid. En la Plaza de España se congregan los tenientes generales del Ejército de Tierra con el Jeme, general Varela, y la secretaria de Estado del Ministerio de Defensa al frente. Está prevista la asistencia de 1.200 invitados bajo rigurosos controles anti-Covid. Todos los esfuerzos que haga el Ejército en general para abrirse a la sociedad son pocos. Desde la creación del curso de experto en Derecho Militar en colaboraci­ón con la Universida­d de Sevilla a la invitación a los colegios para los homenajes semanales a la bandera, pasando por las jornadas de puertas abiertas a la prensa y, por supuesto, la difusión a los medios de las operacione­s que se han efectuado con motivo de la pandemia: desde la presencia en las calles para garantizar el cumplimien­to del estado de alarma a las miles de labores de rastreo que se han realizado desde las dependenci­as de la Plaza de España. Las Fuerzas Armadas están realizando un notable esfuerzo por no ser ajenas a la sociedad de hoy, muchas veces en ambientes adversos por puros prejuicios y posiciones rancias. Quizás contribuir­ía a normalizar todavía más la presencia del Ejército en la calle que volviésemo­s a ver a los militares de uniforme con la mayor naturalida­d del mundo, no sólo en los cuarteles. Es cierto que hubo un tiempo en que se desaconsej­ó por motivos de seguridad, los años en que los asesinos de ETA nos agriaban muchas mañanas. Hoy esa amenaza ha desapareci­do. Y da gusto cruzarse con militares por la calle, encontrars­e con ellos en una exposición en el Círculo de Labradores o incluso en la barra de un bar a la hora del aperitivo. El fomento de la denominada cultura de defensa debería incluir también potenciar la presencia de los militares en la vida ordinaria de las ciudades, más allá de en periodos extraordin­arios como los que todavía vivimos. La Unidad Militar de Emergencia­s ha contribuid­o mucho a fortalecer la imagen del Ejército, pero la institució­n es más, muchísimo más que la UME. A veces no hay que hacer apuestas innovadora­s, que también, sino simplement­e que los militares vayan de militares, como los curas, por ejemplo, deben ir de curas. Porque vamos mal si unos y otros renuncian a su principal distintivo externo. Entonces caemos en la trampa de quienes quieren a los sacerdotes en las sacristías y a los militares en los cuarteles. Por eso da gusto que un reservista como el alférez Moeckel luzca sin complejos el uniforme tanto en una entrevista periodísti­ca para ensalzar la labor del Ejército como en otras labores debidas a su empleo.

Los militares se abren más cada día a la sociedad, sólo falta que se normalice que vayan de uniforme por la calle

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