Diario de Sevilla

Demasiado calor para una nueva Guerra Fría

- Antonio Broto (Efe)

La esperada cumbre Putin-Biden comenzó con una imagen que inspiraba poder e historia: ambos posaron rodeados de libros con siglos de historia y separados por una antigua bola del mundo, evocando una Guerra Fría para la que, ayer al menos, hacía demasiado calor en el húmedo verano ginebrino.

Biden, a la izquierda y con corbata azul, y Putin a la derecha y prefiriend­o el morado, se mostraron ante la prensa en actitudes muy diferentes, revelando quizá los nervios del primero y la experienci­a del segundo, ya curtido en reuniones con todos los presidente­s estadounid­enses del siglo XXI.

El inquilino de la Casa Blanca cruzaba piernas y brazos y observaba preocupado los empujones y gritos de los periodista­s que competían por fotografia­rles, mientras su homólogo ruso, casi hundido en su butaca, miraba casi divertido esta lucha por lograr inmortaliz­ar la imagen histórica.

Putin y Biden daban así comienzo a una reunión que ni se alargó ni se acortó y en la que el líder estadounid­ense fue el último en llegar al escenario elegido, la Villa La Grange, y también el primero en salir. Lo hizo con un gesto positivo, el del pulgar hacia arriba, pocos minutos antes de que Putin asegurara que en el encuentro “no había habido hostilidad” pese a las diferencia­s existentes.

La cumbre se celebró en una ciudad paralizada por la cumbre, casi fantasma en las calles ribereñas al lago Lemán, en la que quedó cortado el tráfico de muchas de sus principale­s arterias, incluyendo el Puente Mont Blanc, principal entre las dos riberas del lago, ayer decorado con banderas estadounid­enses y rusas.

Policías y agentes de seguridad privada vigilaban los accesos a las calles cercanas al Lemán, así como el acceso al Hotel Intercon

tinental, alojamient­o de la comitiva de Biden, y la cercana Embajada de Rusia.

La cumbre ayudó a que Ginebra recuperara su ritmo después de 18 meses a medio gas por culpa de la pandemia: la ciudad helvética, acostumbra­da a los grandes eventos, estaba ansiosa de acoger otro de nuevo, como mostró con el gran despliegue de seguridad policial y militar.

“Les damos la bienvenida a la capital de la paz”, dijo el presidente suizo, Guy Parmelin, a Biden y Putin al inicio de la histórica jornada, antes de invitarlos a entrar a La Grange.

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