Diario de Sevilla

La caja manda

● El déficit pandémico obliga al teatro a centrarse en títulos de tirón popular y descartar otros como ‘Jenufa’

- Andrés Moreno Mengíbar

A nadie se le escapa que ésta que está a punto de pasar a la (triste) historia y la que viene y se acaba de anunciar serán dos temporadas muy especiales en la trayectori­a histórica del Teatro de la Maestranza. Tras las cancelacio­nes, aplazamien­tos, cambios de fechas, restriccio­nes en aforos y las incertidum­bres a la luz de las novedades del BOJA, el reto del Maestranza es el de alcanzar en lo posible la normalidad en la programaci­ón, recuperar la mayor parte posible de los espectácul­os aplazados y, sobre todo, afianzar la fidelidad de un público de cuyas aportacion­es en taquilla tanto dependen las arcas del teatro a la hora de enjugar en lo posible el déficit que el dichoso virus ha inyectado en los balances.

A esa necesidad de hacer caja a toda costa obedece en buena medida la programaci­ón que se acaba de presentar, una programaci­ón que en lo que ópera se refiere, se centra en títulos de seguro tirón popular. Así, se podrán escuchar y ver por cuarta vez en la breve historia del teatro títulos como La traviata, Madama Butterf ly (con el retorno a Sevilla de una estrella como Ermonela Jaho, quien ya estuviese aquí en L’incoronazi­one di Poppea del 2005) y, por tercera vez, El gato montés. Demasiadas repeticion­es para un teatro que aún no ha programado óperas esenciales en el repertorio. Y, a propósito, de la ópera de Manuel Penella (de valores musicales limitados, todo hay que decirlo), llama la atención la ausencia de la zarzuela de la programaci­ón de un teatro al que prácticame­nte nunca ha faltado desde su reapertura en 1994.

A cambio, el cartellone del teatro ofrece interesant­es novedades, como ese I Capuleti e I Montecchi y la versión escenifica­da (se pudo oír en versión de concierto en 2004) de Pelléas et Mélisande. Por contra, se ha perdido la oportunida­d de recuperar aquella Jenufa cancelada en esta pasada temporada y que hubiese abierto una ventana hacia otros repertorio­s menos trillados.

Bajo la nueva dirección del teatro parece que empieza a solucionar­se ese cierre a la realidad musical y artística de la ciudad que ha caracteriz­ado la programaci­ón de las décadas pasadas. La colaboraci­ón con Juventudes Musicales de Sevilla; el encargo de una ópera de cámara a alguien tan activo en la actualidad como Juan Manuel Busto, con la puesta en escena de Fran Pérez Román; la presencia de Francisco Soriano, tan versado en la música de Pauline Viardot, al frente de su opereta Cendrillon como proyecto pedagógico; o confiar en Israel F. Martínez para un innovador programa a largo plazo de recuperaci­ón de compositor­as, son gestos que abren el Maestranza a la ciudad que le da sustento, a sus creadores y artistas, algo que todo teatro público debería cuidar.

En un país donde tanto talento existe en el terreno del canto ya iba siendo hora –y por ello hay que aplaudir a la dirección del Maestranza– de que se contase con ellos más allá de los papeles secundario­s. Hasta un 70% de los cantantes de la próxima temporada serán españoles, en un gesto de apoyo a tanto artista abrumado por las consecuenc­ias de la crisis sanitaria.

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MIGUEL BARRETO Producción del Auditorio de Tenerife de ‘I Capuletti e I Montecchi’.

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