...a la fantasía
Jean Léturgie, Xavier Fauche, Philippe Luguy. Norma Editorial. 152 páginas. 32 euros.
Entre la variada propuesta editorial de Norma, destaca de manera especial su colección de volúmenes integrales, por la altura de la selección y el cuidado de su hechura. De Los Pitufos a Blacksad, pasando por El teniente Blueberr y, Thorgal, La Mazmorra, Hellboy, Gastón Elgafe o Capitán Harlock, esta es una línea de ediciones definitivas por las que merece la pena ahorrar (porque baratas no son, para qué les voy a engañar), pues enriquecen cualquier tebeoteca. A la selecta lista, se une ahora otro recordado clásico de la historieta franco-belga: Perceván.
Esta entrañable y divertida serie de fantasía fue creada en 1981 por el guionista Jean Léturgie y el dibujante Philippe Luguy para la cabecera Gomme!, de la editorial francesa Glénat, dúo al que pronto (en el segundo álbum, de hecho, y por espacio de seis más), se sumaría el también guionista Xavier Fauche. He dicho que la serie se presentó en una revista de Glénat, pero es justo recordar que no tardó en ser adquirida por Dargaud, quien publicaría los tomos cuatro a quince, entre 1985 y 2013.
Perceván se desarrolla en un entorno medieval, de caballeros y magia, propicio para la aventura, la fantasía y el hu
mor, ingredientes esenciales de esta saga. El protagonista es el joven Perceván, al que acompaña el simpático (y glotón) trovador Ker vin y un rico elenco de personajes de los que es imposible no enamorarse, entre otras cosas, por el atractivo de los dibujos de Luguy, exponente de la mejor tradición del cómic infantil y juvenil francés. La edición de Norma abarcará los quince volúmenes iniciales (la serie ha sido continuada recientemente, pero ya fuera de Dargaud), a razón de tres por cada integral, es decir, en un total de cinco integrales. El primero incluye los álbumes iniciales del conjunto Les Trois Étoiles d’Ingaar (1982), Le Tombeau des Glaces (1983) y L’Épée de Ganaël (1984), es decir, los tres publicados originalmente por Glénat, con el añadido de una introducción del siempre excelente Antoni Guiral.