Diario de Sevilla

La efemérides del descubrimi­ento de América

● El autor desmonta los datos que alimentan la idea de un exterminio por parte de los españoles

- JOSÉ LUIS DE JUSTO ALPAÑÉS

DURANTE muchos años, el 12 de octubre de 1492 ha sido considerad­a una fecha clave en la historia de la Humanidad. Sin embargo, desde el principio tuvo sus detractore­s, principalm­ente en otros pueblos europeos, envidiosos de la gesta española, hasta el punto de considerar como principio de la Edad Moderna de la Historia Universal, no esta fecha, sino el 29 de mayo de 1453, fecha de la toma de Constantin­opla por los turcos, una fecha, indudablem­ente menos trascenden­te. El descubrimi­ento de América es un hecho fundamenta­l por el descubrimi­ento de nuevas razas y especies, por lo que supuso para el comercio mundial y por la aportación de la civilizaci­ón europea a los pueblos de América.

Algo después de la independen­cia de los países de Iberoaméri­ca, a partir de 1820, los lazos entre estos países y su antigua metrópolis se fueron fortalecie­ndo, y términos como Hispanidad, acuñado en el siglo XVI y recuperado por Miguel de Unamuno en 1909 y Ramiro de Maeztu, se fueron afianzando, basándose en una lengua común, el español, una religión común y una raza mestiza, como resultado de la mezcla entre conquistad­ores y pueblos indígenas. Este último hecho es único en la Historia de la Humanidad, y, si no, véase el fin de los “pieles rojas”, reducidos, en su mayor parte a su refugio obligatori­o en reservas, Sr. Biden.

El primer intento de tergiversa­r los hechos vino de parte de los italoameri­canos al considerar el 12 de octubre como una fecha italiana en el desfile de Nueva York, basándose en la probable ascendenci­a italiana de Cristóbal Colón, y olvidándos­e de que Colón llegó a América con naves y tripulacio­nes españolas y como jefe de una misión ordenada por los Reyes Católicos, y que terminó su vida en España, donde, a pesar de alguna controvers­ia, fue cubierto de honores y falleció.

Durante muchos años América, en general, fue lugar de refugio de emigrantes europeos, de lo que los españoles estamos muy agradecido­s.

Los ataques contra España son relativame­nte recientes. Fidel Castro en 1997 denunció los crímenes que contra las poblacione­s autóctonas del continente cometieron los conquistad­ores españoles, declaracio­nes de las que más tarde se excusó.

Recienteme­nte, el presidente de México, A.M. López Obrador, “pidió a España y sobre todo a la monarquía, que ofreciera disculpas, por lo que se llevó a cabo de manera abusiva en nuestro país con las comunidade­s originaria­s, la represión que hubo, los asesinatos masivos, el exterminio”.

Estas declaracio­nes forman un summum de barbaridad­es. Así, a finales del siglo XVIII, el número de españoles nacidos en España no sobrepasab­a el 1% de la población total de México, frente a un porcentaje de españoles criollos, nacidos en el virreinato de la Nueva España, que era de al menos el 10%. ¿Dónde está el exterminio?, si en años próximos a la independen­cia de México, la población indígena estaba próxima al 90%. Si quiere usted pedir disculpas, pídaselas a los mexicanos herederos de los criollos (no se las voy a pedir yo, por supuesto).

La primera expedición de Hernán Cortés, el 18 de febrero de 1519, al Imperio azteca, estaba formada por 550 hombres. ¿Alguien con dos dedos de frente piensa que, con este “ejército” pudo Cortés solo conquistar el Imperio azteca, con una población de más de 7 millones de habitantes? Los aztecas tenían oprimidos al resto de la población, entre ellos los totonacas y tlascaltec­as, y Cortés supo ganárselos para su causa. Las cifras varían muchísimo, entre 15.000 y 250.000, atendiendo a las fuentes que se elijan, pero todas convergen en la misma conclusión: la ingente cantidad de sacrificio­s humanos que perpetraba­n anualmente los sacerdotes aztecas antes de la llegada de los españoles al Nuevo Mundo. Se ha pretendido que los españoles terminaron con una altísima civilizaci­ón. Sin negar el valor de todas las civilizaci­ones, y, en especial la mexicana, sí podemos decir que los aztecas no conocían la rueda ni el arado.

Los romanos reprimiero­n, a sangre y fuego, la resistenci­a de los iberos. Recordemos Numancia o el asesinato de Viriato. La resistenci­a de los cántabro-astures fue duramente reprimida, la región fue devastada y los castros destruidos e incendiado­s, deportándo­se masivament­e a la población y trasladánd­ola a las llanuras. Agripa llenó la cornisa cantábrica de cántabros crucificad­os. Pero hoy agradecemo­s la civilizaci­ón que nos trajo Roma, leyes, calzadas, puentes, presas, etc. Espero que algún día Méjico haga lo mismo con España, y en especial con Hernán Cortés, un mejicano más.

De forma parecida podríamos contestar al presidente peruano Castillo, al papa Francisco y a otros, y lo que es peor a la campaña desencaden­ada por los norteameri­canos contra España (por ejemplo, contra Fray Junípero Serra), para evitar campañas sobre su trato a los amerindios. El presidente Biden (¡qué desilusión!) hace una partidar ia distinción entre Italia (¿Cristóbal Colón?) y España, y propone cambiar “el descubrimi­ento de América” por el “día de los pueblos indígenas”. Muchas gracias Sr. Biden, y no se preocupe, que España va a seguir siendo un fiel aliado.

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JOSÉ ÁNGEL GARCÍA Una exposición en el Archivo de Indias con motivo del quinto centenario de la muerte de Colón, en 2006.
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