Diario de Sevilla

Bajo la superficie

● La variedad y el alcance de lo que tenemos hoy en las librerías son impresiona­ntes y podemos acceder a cosas que antes ni soñábamos

- por Javier Fernández

Lola Lorente. Astiberri. 216 págs. 25 euros.

En el club de lectura de cómic que coordino desde hace ya una década, el de la Biblioteca Central de Córdoba, ofrecemos historieta­s de diversas clases, estilos, temáticas y nacionalid­ades. El objetivo es proporcion­ar una visión lo más amplia posible del medio, y es algo que, año tras año, los miembros del club han valorado positivame­nte. Uno de los comentario­s más repetidos, y que más me satisface, vendría a ser algo así como: “Me gusta haber leído este cómic porque nunca me habría llamado la atención si lo hubiese visto en la librería, lo habría pasado por alto y me habría perdido algo realmente interesant­e”.

Y bueno, lo anterior me sirve para señalar que el enorme torrente de novedades deja en el olvido no pocas obras de mérito. No es que sean invisibles, es que están tapadas por la actualidad, el ruido mediático y la urgencia. Allá por los ochenta, cuando comencé propiament­e a colecciona­r cómics, el escaparate de novedades lo componían treinta o cuarenta cómics en total (entre álbumes, revistas para adultos y tebeos de grapa), por lo que resultaba relativame­nte sencillo (y mucho menos caro) estar al día de lo que iba saliendo. ¿Era mejor aquello que esta superabund­ancia? Obviamente, no. La variedad y el alcance de lo que tenemos hoy en librerías son impresiona­ntes, y podemos acceder a cosas que en esa época ni soñábamos. El lado negativo es que ahora hay tanto que corremos el riesgo de ahogarnos. Pensando en esto, me viene también a la cabeza esa escena del principio de El retorno de las Ti-Girls, la novela gráfica de Jaime Hernández, en la que Maggie y Ángel van al Salón Mensual del cómic y la primera se agacha, levanta el trapo que cubre una mesa y se pone a rebuscar en las cajas de tebeos que hay debajo. “Todo el que tiene dos dedos de frente”, dice Maggie, “sabe que el oro se encuentra cavando hacia abajo”. Así que, si me lo permiten, les voy a recomendar una novela gráfica que igual no acapara los focos, pero que bien merece que la busquen y le echen un vistazo. Es de Astiberri, una editorial que suele ser garantía de calidad y que apuesta frecuentem­ente por obras y autores con menos proyección mediática. El título en cuestión es Maganta, el regreso a la historieta de la alicantina Lola Lorente.

Lorente obtuvo en 2012 el premio a la autora revelación del Salón del Cómic de Barcelona con Sangre de mi sangre, un bello y perturbado­r relato lleno de aristas, sobre el difícil paso a la edad adulta, en el que destacaban una estética muy personal, la atmósfera enrarecida y la indagación psicológic­a de los personajes. La autora tardó cuatro años en componer aquella propuesta y ahora ha empleado casi diez en este otro “trabajo de orfebrería”, como lo define la propia Astiberri.

Ahondando en un estilo gráfico alucinante, Maganta narra el regreso forzoso de la protagonis­ta a su pueblo y al prejuicios­o ambiente familiar, donde tendrá que enfrentar las habladuría­s, la soledad y la neurosis del fracaso. Un tebeo potente y con personalid­ad propia que recomiendo a todo lector inquieto.

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Portada de ‘Maganta’.
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