Galas del Barroco tardío
Los conciertos para clave que Bach presentó en sus años de director del Collegium musicum de Leipzig fueron en realidad compuestos algunos años antes para la orquesta de Cöthen, seguramente para otros instrumentos solistas. Desde hace años se han propuesto reconstrucciones de los supuestos originales. Tres de ellas formaron parte de este primer concierto de la temporada de la OBS en el Espacio Turina.
Y el conjunto decidió entregarlos a sus propios músicos. Jacobo Díaz tocó el BWV 1055 en versión para oboe d’amore, Leo Rossi el BWV 1056 para el violín, y ambos el BWV 1060 en la más habitual de estas soluciones, oboe y violín. La OBS mostró una notable transparencia de texturas orquestales, un bajo continuo de
Lo mejor vino con los conciertos de Vivaldi y Carl Philipp Emanuel Bach
un asiento y un peso extraordinarios y un fraseo en general equilibrado y sereno. Pese a algún pequeño apuro justo al principio y al final, Díaz cumplió con nota y Rossi fue de menos a más en BWV 1056 y brilló de forma esplendente en BWV 1060.
De cualquier forma, lo mejor vino con el Concierto para violonchelo RV 417 de Vivaldi en el que Mercedes Ruiz tocó con una hondura expresiva soberbia (la desnudez del tiempo lento resultó embelesadora) y el conjunto sonó de forma muy matizada y variada, merced a algunas decisiones interpretativas audaces y eficaces; y con el Concierto para f lauta Wq.22 de Emanuel Bach, obra larga, compleja, llena de contrastes de todo tipo, que Rafael Ruibérriz hizo con una soltura deslumbrante y la OBS tocó enfatizando acentos y ataques.