MAGNO PATATÚS, MAGNA VENTOLERA
MAGNO le suena a uno a un rey macedonio llamado Alejandro, un descabezado triunviro romano llamado Pompeyo, un papa santo llamado Gregorio, un santo obispo de Cesarea llamado Basilio, un sapientísimo obispo de Ratisbona llamado Alberto, un rey asturiano y otro castellano llamados Alfonso II y Fernando I. Y a uno le huele a un jabón de origen gallego con forma oval “negro como el ébano que produce espuma blanca como la nieve” y le sabe a un reconfortante brandy jerezano solera reserva.
Magna le suena a uno a un aula muy grande que acoge ceremonias y clases especiales, una carta de libertades otorgada por Juan I de Inglaterra, una santa mística muy devota del Sagrado Corazón llamada Gertrudis, una larguísima y suntuosa capa utilizada por los prelados que en sus mejores tiempos tuvo varios metros de largo o a los territorios ocupados por Grecia en el sur de Italia y Sicilia.
En estos últimos meses magno y magna son palabras de moda en la Andalucía cofrade. No hay ciudad que se precie que, además de una hemorragia de salidas extraordinarias, no haya montado o esté
Se ve que los años de pandemia han generado una obstrucción procesional que precisaba de estos desahogos
montando su magno o su magna. Las causas son tan variadas como suele suceder cuando obedecen al capricho o el pretexto traído por los pelos: la coronación de una patrona o su conmemoración, el aniversario de una catedral o de la creación de un consejo o agrupación de hermandades, la vuelta al mundo (no la de Julio Verne, que también cumple 150 años, sino la de Magallanes), la reconquista de una ciudad y lo que a cada cual se le ocurra. Se ve que los años de pandemia han generado una obstrucción procesional que precisaba de estos desahogos.
En Sevilla la magna de turno está convocada con la causa/pretexto del 775 aniversario de “la reposición del culto cristiano”, fecha, como es sabido, que todos los sevillanos llevan en el corazón y necesitaban celebrar a lo grande. Los disparates, tensiones, disputas, paso adelante y paso atrás se han sucedido con un cierto aire de sainete. Rematados, de momento, por una toma de las sillas (no de la Bastilla) o un asalto al palacio de los palcos (no al de Invierno) alentados por la prensa y las redes que claman porque al pueblo soberano se le ha privado de tan magna concentración de pasos desfilando sin música en fila india, convertidos en una formación de doradas y barrocas orugas procesionarias.