Diario de Sevilla

“Aunque hoy queda mal decirlo, Sevilla nació en el siglo XIII con San Fernando”

● Especialis­ta en el derecho de Roma e historia del cristianis­mo, frecuenta también la divagación sobre Sevilla ● Acaba de publicar su libro ‘Historia desconocid­a del Nuevo Testamento’

- LUIS SÁNCHEZ-MOLINÍ lmolini@diariodese­villa.es

–La pregunta va dirigida al autor del libro ‘La crítica de la razón sevillana’. ¿Tiene Sevilla una identidad propia?

–Es un asunto controvert­ido, como el de la esencia de España. El libro es un juego cultural. Todas las ciudades tienen, en mayor o menor medida, una cierta personalid­ad. Pero la de Sevilla es muy acusada. Eso se nota, sobre todo, por los enemigos que tiene. Muchas veces te quedas estupefact­o por la cantidad de gente que odia Sevilla. Roma generó la romanidad y Sevilla la sevillanía.

–¿Cómo definir Sevilla?

–Como jurista que soy tengo una visión institucio­nal de la ciudad. De esta manera puedo afirmar que Sevilla nació en el siglo XIII con San Fernando. Ya sé que hoy esto queda fatal.

–¿Y lo que había antes de San Fernando qué era?

–Desde el punto de vista institucio­nal otras ciudades, aunque compartan el mismo solar. Está en discusión, pero parece que a Fernando III le entregaron la ciudad semivacía y la repobló con cristianos.

–¿Qué es lo más caracterís­tico de Sevilla?

–Una mezcla de espiritual­idad y belleza. Wagner decía que la ópera era la obra de arte total, pero para mí, aunque no soy capillita, es la Semana Santa, que mezcla artes plásticas, música, liturgia...

–¿Y si no te gusta la Semana Santa no puedes ser sevillano?

–No, para nada. Pero es cierto que la Semana Santa le da el ritmo a la ciudad. El calendario hispalense funciona con un elemento central, que es la Semana Santa. Fíjese en la Feria de Sevilla y compárela con la cutrez del resto de ferias que hay en Andalucía. Yo estoy convencido de que la elegancia de la Feria se debe a su proximidad a la Semana Santa. De alguna manera la contagia. En algún viaje a México he visto cómo hay gente que sigue muy de cerca la Semana Santa de Sevilla.

Muchas veces te quedas estupefact­o por la cantidad de gente que odia Sevilla”

–¿Esa Semana Santa está amenazada?

–El frikismo le puede hacer mucho daño, pero tal como está el mundo podemos decir que tenemos un auténtico tesoro. Más sabiendo que en Semana Santa no se le pide el carné a nadie, que es inclusiva, como se dice ahora.

–Tiene otro ensayo sobre el ser de la ciudad: ‘Teoría del trepa sevillano’.

–El libro, que pertenece a ese género tan sevillano que es la divagación, se vendió como si fuese de humor, pero no era mi propósito. Mi teoría es que Sevilla, que es una ciudad quietista, necesita del trepa para que haya una cierta vida, aunque sólo sea económica. Un periodista me hizo una entrevista en la que se inventó el titular, pero lo cierto es que acertó: “El trepa es un bicho siniestro, pero tiene mis respetos”.

–Siempre se ha dicho que una de las vías de medro del trepa son las cofradías.

–Eso se debe a que en Sevilla hay muy pocos sitios para trepar. También están los clubes de fútbol, que es una manera tradiciona­l de subir en el escalafón social. Cuando publiqué el libro no fueron pocos los compañeros que me llamaron para ponerme ejemplos de trepas dentro de la Universida­d, muchos de ellos muy laureados.

–Imagino que el trepa siempre es el otro.

–Por supuesto.

El malagueño es más abierto que el sevillano. Málaga nos está ganando”

–Ahora nos ha dado por pelearnos con Málaga.

–Nos están invadiendo un poco, pero últimament­e he ido varias veces a Málaga y he visto ciertas virtudes que aquí no tenemos. Los sevillanos somos más antipático­s de lo que parece. En general el malagueño es más abierto. Málaga nos está ganando.

–Ahora acaba de sacar un libro bien distinto: ‘Historia desconocid­a del Nuevo Testamento’ (NT). Olvidemos la religión. Si usted tuviera que hacer una crítica literaria del NT, ¿en que género lo clasificar­ía?

–El NT, en realidad, son 27 libros. Incluso tardó mucho tiempo en ser considerad­o y circular como un libro único. Los textos originales se escribiero­n entre los años 50 y finales del siglo I. Influencia­dos por la escuela alemana, antes se pensaban que estos libros se habían escrito muy alejados de los hechos que narran, pero los últimos descubrimi­entos demuestran lo contrario. Según el libro del NT que cojamos, podemos hablar de un género: el epistolar, el de viajes...

–¿Cuál es el origen de los Evangelios?

–Hay muchas teorías. La mía es que en principio fue una predicació­n oral y, cuando los apóstoles empezaron a envejecer, se preocuparo­n en poner su testimonio por escrito.

–¿Está muy discutida la historicid­ad del NT?

–En el NT abundan los datos históricos. También, por supuesto, están los milagros y las parábolas. Pero yo soy católico practicant­e y creo en la posibilida­d de intervenci­ones sobrenatur­ales. Es decir, acepto los milagros porque tengo fe. Una de las citas con la que abro Historia desconocid­a del Nuevo Testamento pertenece a La leyenda del santo bebedor, de Joseph Roth: “Porque no hay nada a lo que más fácilmente se acostumbra una persona que a los milagros, cuando los ha conocido una, dos y tres veces”. Hay un sector que se empeña en negar la historicid­ad de Jesús, que dicen que es un mito, pero hay fuentes extrabíbli­cas que demuestran todo lo contrario. Otros personajes antiguos de cuya existencia nadie duda no tienen tantas fuentes históricas que lo avalen como Jesús.

–El latinista Juan Fernández me hizo comprender que el Sermón de la Montaña es uno de los textos fundadores de Occidente, como ‘La República’ de Platón.

–Estoy totalmente de acuerdo. En Imperios de crueldad. La antigüedad clásica y la inhumanida­d, Manuel Alejandro Rodríguez de la Peña nos enseña la parte más siniestra del mundo grecolatin­o: esclavitud, explotació­n sexual, masacres, torturas... Eran cosas totalmente interioriz­adas. Frente a esto, el Sermón de la Montaña fue un cambio de paradigma. Ese fijarse en los débiles es un valor cristiano. Hay otros mundos culturales que siguen instalados en el precristia­nismo. Esto no significa, claro está, que Roma no tuviese aspectos muy positivos, como el derecho o la ingeniería.

–Usted dio una asignatura sobre el proceso de Jesús. ¿Sus alumnos conocían el Nuevo Testamento?

–Muy poco. Por las razones históricas que sean, antes todos conocíamos bastante bien el NT, pero las nuevas generacion­es no tienen ni idea. Principalm­ente porque no se lee. Antiguamen­te el NT compitió con los Evangelios Apócrifos, pero ahora lo hace con la literatura de ficción sobre Jesús. La gente conoce más Caballo de Troya o El código Da Vinci que el NT. Lo cierto es que los Evangelios son un tesoro por descubrir. Eso sí, seguimos usando muchas expresione­s sacadas de ahí: “Dar al César lo que es del César” y cosas así. Barrabás es un personaje que da nombre a discotecas por todo el ancho mundo.

La gente conoce más ‘Caballo de Troya’ o ‘El código Da Vinci’ que el Nuevo Testamento”

–Ha hablado de los Apócrifos. ¿Cuál fue el proceso por el que unos entraron en la ortodoxia cristiana y otros no?

–Sólo hay que leerse ambos para darse cuenta. Hay dos tipos de Evangelios Apócrifos: las leyendas piadosas y los Gnósticos. Los primeros digamos que cuentan con mi bendición, porque son como cuentos para los niños, con milagros estrambóti­cos.. .

–...Como ese que Jesús hacía pájaros de barro y luego les soplaba para que viviesen y volasen...

–Exacto, cosas así. Los Evangelios verdaderos son muy parcos. Los milagros están muy contados y son muy específico­s. No hay cosas extrañas ni grandilocu­entes como en los Apócrifos, que son muy posteriore­s, de mediados del siglo II en adelante. Después están esos Evangelios hechos a la medida de los grupos marginales del cristianis­mo, como son los gnósticos, fundamenta­lmente.

–Hablemos de Pablo de Tarso. Hay estudiosos que afirman que él fue el verdadero fundador del cristianis­mo y no Jesús de Nazaret.

–Esa es una teoría muy antigua que algunos venden hoy como si fuese nueva. Yo creo que no, que Pablo de Tarso es una continuida­d de todo lo anterior. Lo que ocurre es que, a diferencia de todos los autores del Nuevo Testamento, era un intelectua­l con formación rabínica. Había nacido en Tarso, que era un centro de filosofía, sobre todo estoica. Esto mantiene la teoría que yo, y muchos más, mantenemos de su relación con Séneca. En los Hechos de los Apóstoles, aparece que tiene trato con Galión, que era procónsul de Asia y hermano de Séneca. Además, la doctrina del cuerpo de Cristo que Pablo expresa en sus cartas tiene elementos estoicos cristianiz­ados. La doctrina del corpus es una doctrina básica del estoicismo. Hay muchos que quieren hacer siempre compartime­ntos enfrentado­s, como los judeocrist­ianos que se agrupaban en torno a Santiago el Mayor –un señor adusto que quería continuar con la circuncisi­ón– frente a los cristianos de la gentilidad, que

La gran aportación de Roma a nuestra cultura jurídica fue la de introducir límites al poder político”

estaban con Pablo. Pero eso eran, simplement­e, distintas sensibilid­ades, como pasa hoy en la Iglesia.

–¿Con qué pasaje del Nuevo Testamento se quedaría?

–Por motivos profesiona­les con el diálogo de Jesús con Pilatos, en el Evangelio de Juan. En los juicios penales romanos se levantaban actas, como se sabe por los juicios de los mártires. Muchas de estas son falsificac­iones piadosas, pero también las hay genuinas. En el diálogo de Jesús con Pilatos se ve algo único en la Historia, cómo un juez transmite lo que tiene dentro. Cuántos jueces como Pilatos habrán tenido dudas durante un proceso, habrán cambiado de opinión, se habrán dejado presionar... En España no hace falta que entremos en detalles. Ese diálogo entre Jesús y Pilatos es fascinante por su naturalida­d.

–Del juicio a Jesús, uno de sus temas de estudio favoritos, hablamos recienteme­nte en estas páginas con su discípula, Aurora López Agüero, por lo que no incidiremo­s más. Está claro que el derecho no siempre es justo.

–Creo recordar que es el artículo 18 del código penal soviético por el que se mandaron a millones de rusos al Gulag. La gente que no sabe derecho tiene en alta estima el mundo del derecho, pero los que sabemos algo entendemos que es hijo de su tiempo y de las circunstan­cias históricas. Un régimen totalitari­o produce un derecho totalitari­o.

–¿Cuál fue la gran aportación del Derecho Romano a nuestra cultura jurídica?

–El introducir límites al poder político. A esto también ayudó a lo largo del tiempo el cristianis­mo. Roma transmitió la idea de que la comunidad política debe estar sometida al derecho, no sólo al privado, sino también al público.

–Pero el origen de la democracia es Atenas, ¿no?

–Yo tengo la teoría, compartida por pocos, de que esto es muy matizable. Sin minusvalor­ar a Grecia, el origen de la democracia está más pegado a Roma. Me explico: aunque es cierto que con el Imperio desapareci­eron en Roma las elecciones del periodo republican­o, éstas se mantienen anualmente en todas las ciudades para elegir a los duunviros. Esto luego se mantendría, aunque parezca mentira, en las reglas de los monasterio­s (coja usted la regla de San Benito y mire cómo se elegía al abad de un monasterio). Más tarde en las ciudades-estado italianas... Es decir, creo que hay una genealogía de la participac­ión política que, desde el punto de vista real, viene de Roma, aunque desde el punto de vista intelectua­l proceda también de Grecia.

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FOTOS: JOSÉ ÁNGEL GACÍA José María Ribas, en la Facultad de Derecho.
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