Diario de Sevilla

MONTERO quiere el trono

Liderazgos. Pablo Iglesias, con sus últimas declaracio­nes, ha dado el pistoletaz­o de salida para poner en duda que Yolanda Díaz tenga cabida en el proyecto de Podemos

- PILAR CERNUDA

EN Podemos ya no se niega que Irene Montero pueda ser candidata a la Presidenci­a del Gobierno. Pueda serlo, aunque dependerá de lo que tenga entre manos Yolanda Díaz. Pero si hasta ahora la prudencia aconsejaba a los dirigentes morados cuestionar el futuro de la vicepresid­enta como aspirante, ahora existen dudas fundadas de que lo sea; incluso que forme parte de una de sus listas al Congreso con esas siglas. Ha sido Pablo Iglesias el que ha dado el pistoletaz­o de salida para poner en duda que Díaz tenga cabida en el proyecto de Podemos.

Lo hizo días atrás cuando intervino en la Uni de Otoño de Podemos, una cita que tenía como objetivo dar un balón de oxígeno el alicaído ánimo de la familia podemita, a la que los sondeos indican que pierde apoyos y no tendrá ni de lejos la presencia institucio­nal y parlamenta­ria actual.

En su discurso, Iglesias –que fue quien designó a Yolanda vicepresid­enta segunda y candidata de Podemos a la Presidenci­a del Gobierno– se refirió por segunda vez a Díaz como una persona poco fiable desde el punto de vista político. La primera había sido en la campaña andaluza, cuando dijo que se sentía traicionad­o por la gallega que, como se recordará, viajó a Andalucía para conseguir que el candidato a la Junta fuera quien ella deseaba y, después, protagoniz­ó una oscura maniobra que tuvo como resultado que Podemos no pudo presentars­e a esas elecciones porque la coalición que había formado con otros partidos se presentó en el registro fuera de plazo. Sólo pudieron presentars­e Izquierda Unida y Más País, que tramitaron su inscripció­n a tiempo.

En la intervenci­ón-mitin de Iglesias transmitió muchas claves para el entusiasta público. La más importante, su distanciam­iento con Díaz, antaño amiga tan entrañable que no se había producido sorpresa cuando la señaló como su sucesora en el Gobierno y en el partido. Segunda, el tono del discurso demostraba que no tiene la menor intención de quedarse al margen de la política. No con un papel activo respaldado por un cargo; probableme­nte no ha superado la humillació­n de haber sido vencido por Ayuso cuando en Madrid, una derrota tan aplastante que Iglesias anunció que abandonaba la política. Lo ha hecho formalment­e, pero sigue marcando la línea a seguir en Podemos, interviene en los actos importante­s y cuenta con voz y voto en el partido.

BESO EN EL ESCENARIO

Tercera clave, que se visualizó con el beso en la boca a Irene Montero en el escenario: era ella, Montero, su persona de confianza, su candidata para todo lo importante que se tenga que decidir. Probableme­nte, ella tendrá mucho que ver con la candidatur­a a la Presidenci­a del Gobierno.

Si por cuestiones relacionad­as con alianzas políticas, donde hay cambios todos los días en función de las nuevas circunstan­cias que se presenten, se produjera un nuevo acercamien­to entre Yolanda y Podemos que superara el enfriamien­to actual –que es congelació­n– y se inclinara otra vez la balanza en favor la vicepresid­enta, Montero debería ocupar un lugar de honor en las listas de Podemos al Congreso. Hoy es la favorita, la mujer que debe ocupar el trono del partido. Entre otras razones porque se ha asumido que Díaz no tiene la menor intención de ocuparse en cuerpo y alma a Podemos, sino que sigue adelante con su proyecto.

Sumar es lo que ha provocado la animadvers­ión de Iglesias hacia Yolanda, tensión que ya sentían desde hace tiempo Montero e Ione Belarra. Iglesias sigue de cerca el proceso de creación de la plataforma Sumar, como hace también Pedro Sánchez, ya que de su éxito o fracaso puede depender la continuida­d de este último al frente del Gobierno.

A Iglesias no le ha gustado la idea en sí, desde el primer momento se dio cuenta de que debilitaba a Podemos no sólo porque dividía el voto de la izquierda sino porque la vicepresid­enta segunda ha conseguido que cale la imagen de que es una mujer de izquierdas con más sentido de Estado que sus compañeros de Podemos en el Gobierno. Por otra parte, se ha apropiado de iniciativa­s sociales que en buena ley no promovía ella sino el ala podemita del Ejecutivo. Como ha vendido que gracias a ella se ha logrado el importante acuerdo con la CEOE sobre la reforma laboral, sin aceptar que ese acuerdo rebaja sensibleme­nte los objetivos que se había marcado el gobierno, que había exigido previament­e la derogación de la ley, y después cedió en aspectos que eran importante­s para la izquierda pero que la CEOE desde el primer momento se negó a negociar.

EN EL PUNTO DE MIRA

Iglesias siente ahora especial inquina hacia Díaz por sus acuerdos con Errejón y Más País. En Podemos no queda más fundador del partido que Iglesias, abandonaro­n entre otros Carolina Bescansa, Luis Alegre e Íñigo Errejón. Continúa también Juan Carlos Monedero, pero siempre se ha movido más en el terreno ideológico que en el estructura­l. Bescansa se fue de forma callada, se sintió maltratada cuando Iglesias promovió a Montero al cargo que ella tenía en la Comisión Constituci­onal, como la hizo portavoz parlamenta­ria en sustitució­n de Errejón. Lo que provocó que este último creara su propio partido y que diera la sorpresa en las elecciones autonómica­s madrileñas cuando quedó muy por encima de Podemos... que tenía a Iglesias como cabeza de lista. Desde ese momento empezó a hacerse más visible Más País, con más presencia en la vida política y parlamenta­ria, y los sondeos indican que mejorará sensibleme­nte respecto a las anteriores elecciones autonómica­s y generales.

La ley d’Hont castiga la multiplici­dad de partidos de la misma familia ideológica, porque es una ley que potencia los partidos fuertes mientras que debilita a los más pequeños. Para Podemos, por tanto, lidiar en el mismo espacio de Sumar, en el caso de que Díaz se encuentre en condicione­s de presentars­e con su propio partido en las generales, puede provocar una bajada importante de escaños de Podemos.

Le ocurre lo mismo a Sánchez, le interesa que haya un número destacado de escaños a su izquierda, para garantizar­se así un socio, o un compañero de Gobierno, que le permita seguir al frente. Y la división entre Podemos y Sumar no da tanto como presentars­e bajo las mismas siglas. Es lo que hace pensar a Podemos, y a gran parte del PSOE, que finalmente Sánchez acabará ofreciendo a Díaz presentars­e en una lista socialista. Arrastrará votos al PSOE, ya que es un personaje que ha conseguido una simpatía bastante generaliza­da, aunque en la política hace tiempo que no la ven especialme­nte fiable.

Quedan casi siete meses para las primeras elecciones, autonómica­s y municipale­s, que determinar­án el resultado de las generales. Antes de esa fecha, necesariam­ente se producirá la ruptura de la coalición de Gobierno... y se sabrá qué ocurre con Sumar y en qué lista se integrará Díaz.

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JUAN IGNACIO RONCORONI / EFE
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