Diario de Sevilla

Los votos que mueven montañas

● ERC ha logrado ya el indulto y la reforma del delito de sedición: el próximo objetivo es la amnistía en un contexto en el que ya sólo el 22% de los catalanes apoyan algo parecido al ‘procés’

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LA necesidad de votos mueve montañas. El delito de sedición va a ser reformado porque el PSOE no carbura sin los votos de ERC. Ese es el tema. Y es una mala praxis y una pésima noticia que los pactos alcancen a la modificaci­ón del Código Penal asociada a necesidade­s concretas de un partido. Las necesidade­s de los independen­tistas son permitir que Puigdemont y Rovira puedan regresar a España e incluso a la política con penas más suaves: la pena máxima por los delitos vinculados al procés se rebajan de 15 a 5 años y ahora serán. Considerad­os como “desórdenes públicos agravados”. Ya consiguier­on el primer objetivo con el indulto de Junqueras y compañía. Ahora se llevan en el zurrón de la legislatur­a un cambio de Código Penal. ERC ya tiene hecho el año: nadie en Cataluña podrá negar la eficacia de votarlos para la Carrera de San Jerónimo.

Los argumentos que utiliza el Gobierno son ciertos casi en su totalidad. La adaptación del delito a la legislació­n de los países del entorno es casi cierta si obviamos que países como Francia o Alemania castigan el intento de segregació­n de una parte del territorio como delitos de alta traición y con penas de hasta 20 años en función de la violencia del proceso. Pero, vale, hay una argumentac­ión jurídica que puede avalar la reforma. Y un motivo político: dicen que las cosas van mejor con Cataluña que cuando sólo se tenía una porra en la mano. El Gobierno está haciendo política, algo que a Rajoy le daba alergia en el caso de Cataluña. A favor de Pedro Sánchez, hay menos tensión y el impulso independen­tista está de capa caída. Solo un 22% defienden hoy algo similar al procés. Este saldo beneficia a todos. Pero todo es relativo, porque en algunas cosas estamos amansando al tigre por el dudoso método de dejarnos devorar para que no se enfade.

Pero en cualquier caso importan los motivos. Y la reforma del Código Penal es el resultado de un pacto político acordado por pura necesidad. Y en política es importante llamar a las cosas por su nombre. Los independen­tistas ya tienen el indulto y la sedición atenuada. El siguiente objetivo es la amnistía, que sería como resetear lo ocurrido y poner a tomar el sol en el parque a quienes declararon unilateral­mente la independen­cia de Cataluña.

PP Y PSOE, MUY LEJOS DE SUS RETOS ELECTORALE­S

Ni el PSOE ni el PP están a día de hoy en los márgenes de expectativ­as electorale­s que necesitan para gobernar. Lejos de mayorías contundent­es –quiméricas las absolutas– el único resultado que les servirá a ambos para construir algo sólido es un triunfo holgado y una aritmética que no se envenene demasiado para poder explicar sus alianzas. Tarea fina y compleja. El PP aventaja prácticame­nte al PSOE en todas las encuestas, con márgenes entre los 3 y 5 puntos y una extrapolac­ión con 20 escaños de ventaja. Y Vox y UP, en caídas no demasiado pronunciad­as. El reparto por circunscri­pciones y los restos tendrán mucho que decir en 2023. El PSOE no remonta aunque da pequeños saltitos insignific­antes en este contexto. O consigue meter por el embudo y trasladar a la opinión pública y los ciudadanos los efectos de sus políticas sociales o tanto esfuerzo y decisión serán baldíos.

LAS TRIPAS DE LAS ENCUESTAS

Las tripas de las encuestas las carga el diablo. No es porcentaje todo lo que reluce. Advierte Belén Barreiro, socióloga y directora de 40 Db, que pese a que el PP mantiene su ventaja en las encuestas pese a una leve recuperaci­ón del PSOE, la letra menuda del sondeo debilita la opciones de Feijóo, quien cae en ocho de los once atributos por los que se preguntó cuando accedió al liderazgo del PP y empata en capacidad con Pedro Sánchez. Hay cierto desinflami­ento de expectativ­as en torno al líder conservado­r, lo cual no quiere decir que mermen sus posibilida­des electorale­s porque tiene bien fijado al electorado más fiel. Pero a cada buena noticia, hay una que la templa: los electores que salen rebotados de Vox –posiblemen­te por su pendencias internas– tampoco pasan a engrosar ya la lista de potenciale­s votantes populares. La pregunta es si Feijóo, una vez ingerido el pastel de votos de Cs tiene suficiente­s apoyos para ganar las elecciones con el margen que necesita. Y otra mucho más difícil de resolver es si en el caso de ganar las elecciones dispondría de los votos suficiente­s en el Congreso para ser elegido presidente.

LA GESTIÓN DE LAS EXPECTATIV­AS

Demoscópic­amente no parece un balance positivo el de Feijóo desde su llegada. La preocupaci­ón más importante de los españoles sigue siendo el coste de la vida. Y aunque la inflación es capaz de tumbar gobiernos, en este caso no viene aparejada de pérdida masiva de empleo, más bien al contrario atendiendo a los datos positivos de octubre, lo que sin duda es un colchón que amortigua el efecto político letal del precio de las cosas. Sin olvidar que son encuestas, que no hay tensión electoral y aprovechan­do que sus votantes ni siquiera pasan factura por la nueva ruptura de negociacio­nes en torno a la renovación de los órganos del Estado incumplien­do la Constituci­ón, deberían preocupars­e en el PP por ese fluir con ventaja pero con datos inquietant­es en el estómago de las encuestas. La gestión de las expectativ­as siempre es asunto delicado.

IR A POR LOS VOTOS O ESPERAR QUE CAIGAN SOLOS

La irrupción de un líder más fuerte y consolidad­o que Casado anunciaba un nuevo tiempo, pero de momento se limita a absorber los apoyos que, como estaba cantado, pierde Cs y poco más. Sentarse a esperar a que caigan los votos sin ir a por ellos y no ser capaz de pactar la renovación del CGPJ es una táctica de eficacia dudosa. Debilita la idea de un líder fuerte y más bien parece alguien con la caña puesta esperando que ocurra lo inexorable. Y lo inexorable en política no suele ocurrir de forma tan automática. A estas alturas PP y PSOE están lejos del resultado que necesitan para gobernar. Mejor ni imaginar un escenario en el que el PP fuera el más votado pero el PSOE lograra formar gobierno ante la falta de socios de los populares. No lo descarten. Ya se adivinan las llamas del incendio si eso ocurriera. Cuando se aproximen las elecciones sabremos mucho más,

y tras las municipale­s alguien cantará victoria, pero a estas alturas muy verdes la están segando en la calle Génova.

Macarena Olona, que sale de todos lados con cajas destemplad­as, da igual que sea de Vox o de su aventura andaluza, a la que llegó solo con un neceser de fin de semana, ha descubiert­o ahora en carne propia el peligro y la canallada que representa la persecució­n desde las redes sociales y otros entornos digitales. “Es una película de terror, con loas a Hitler y ataques antisemita­s”, dice la ex diputada y ex candidata a la junta y ex militante de Vox. Muchos ex en tan poco tiempo. Los bárbaros que la acosan de manera inadmisibl­e desde Telegram, difundiend­o audios sexuales falsos o amenazándo­la y llamándola puta son los mismos que antes lo hacían a su favor contra cualquier adversario político, periodista o ciudadano que osara criticar sus intervenci­ones o las políticas de sus ex partido. Olona ha tenido una epifanía: ha descubiert­o a la vez lo duro que es que te persigan desde miles de cuentas falsas en redes sociales y también no ha caído en la cuenta de que en su partido no hay democracia interna. Es lo que tiene vivir deliberada­mente en la inopia. De momento Olona sigue adelante con su fundación contra las políticas de género y construyen­do un artefacto de influencia social con pinta de terminar presentand­o listas electorale­s. Y con pinta de hurtar unos votillos a Vox que aunque quizás a ella no le den para conseguir posiciones institucio­nales sí que puede privar a los de Abascal de algunas

plazas de concejal. La venganza en política siempre acaba igual: contra los ex tuyos.

CANDIDATA SIN PARTIDO Y PARTIDO SIN CANDIDATO

Teóricamen­te Yolanda Díaz y Podemos se necesitan. Ella funge como candidata con un elevado nivel de conocimien­to y la mejor nota de la política española. Mientras Podemos mantiene potentes bases electorale­s, una organizaci­ón y aporta un caudal de votos. Díaz no tiene estructura de poder ni maquinaria electoral. Sumar no deja de ser una estructura nebulosa bienintenc­ionada pero naif. Podemos no tiene candidato. Irene Montero podría fijar a buena parte de su parroquia pero tiene demasiados antecuerpo­s como para forjar una posición electoral en crecimient­o; y le falta el tirón del líder que tenía Iglesias, que sigue manejando las cuatro riendas con una mano. Aparenteme­nte Díaz y UP se necesitan. Pero están cada vez más en caminos paralelos, sin cruzarse. Díaz ha decidido el éxito está en sumar ciudadanos de todo el espectro de la izquierda, sin dogmatismo­s; alejándose de las formas y los objetivos programáti­cos de Podemos. E Iglesias, que sostiene que el éxito está en la organizaci­ón, ha decidido ponerle nombre a esa intención: “¿Quién piensa que le puede ir bien en las elecciones generales a una candidatur­a de la izquierda si a Podemos le va mal en las municipale­s y autonómica­s? Hay que ser estúpido (..) ¡Ay de aquel o aquella que se atreva a faltarle el respeto a la militancia de Podemos!”. Eso dijo en la Universida­d de Otoño del partido. A la confluenci­a por el insulto.

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ANDREU DALMAU / EFE Pere Aragonès saluda al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en un acto en Barcelona.
 ?? RAQUEL MANZANARES / EFE ?? La vicepresid­enta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz.
RAQUEL MANZANARES / EFE La vicepresid­enta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz.

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