Diario de Sevilla

EL ‘ PETROFÚTBO­L’

- ▼ TACHO RUFINO @TachoRufin­o

EL fútbol no es cualquier cosa. No es sólo el más universal de los juegos, deportes y espectácul­os. Su importanci­a ampliada la vivimos en particular los españoles cuando las seleccione­s de Aragonés y Del Bosque ganaban con pasmosa superiorid­ad a todo quisque. Tal racha alimentó a España de patria, algo que aquellos cuya existencia política se alimenta del rechazo a España sintieron, por el contrario, como un directo de Tyson; eran derrotas, más que victorias. Recuerden aquel hilarante vídeo del programa de ETB Vaya semanita, en el que unos padres descubrían en casa una camiseta roja con el 9 del Niño Torres, y ante sus reproches –“Antxón, hijo, ¡con lo vasco que tú eres!”–, el joven respondía con una genial versión de Mamma Mia: “¿Quién quiere jugar a pelota cuando juega la Roja?”. El fútbol genera fantasías e ilusiones; golfadas y disturbios. La vida buena y la mala sobre un metafórico césped.

El inminente Mundial de Catar –un mes entero entre noviembre y diciembre– ha vuelto a hacer patentes los muchos anillos exteriores del deporte rey. La cantante Dua Lipa ha anunciado –huele a marketing moralizant­e...– que no estará en la ceremonia de inauguraci­ón porque el país islámico –su Derecho, lo es– no ha cumplido las promesas de respeto a los derechos humanos. Más gracioso y futbolero me pareció un personaje que leí este fin de semana, que decía que, a pesar de los pesares, no

Decía Voskov: “Fútbol es fútbol”; este Mundial raro lo corrobora. El ‘deporte rey’ ha conocido ya muchos oprobios morales

tendría más remedio que ver los partidos de campeonato, aduciendo una pirueta ética: “Lo hago medio obligado”, venía de justificar­se. Recordemos, al hilo, aquella escena del Caro Diario de Nanni Moretti, en concreto en la parte llamada Las islas, en la que el propio director se retira a una isla sin conexiones ni ondas con un conocido gladiador antitelevi­sión. El episodio finaliza con este intelectua­l lanzándose torrentera abajo hacia el diminuto puerto del que un ferry –quizá el único de la semana– está a punto de zarpar. No podía seguir sin ver su teleserie favorita.

El deporte del balón con los pies ya ha conocido muchos oprobios morales, a pesar de los cuales recordamos los goles de Kempes de una Argentina inferior a la Holanda del divino Cruyff en la final de Argentina en 1978. Jugar en casa y con los siniestros Videla y otros militares en el palco tendría que ver con la actitud oranje... y la arbitral. (Por cierto, no dejen de ver Argentina, 1985. Darín siempre vale una hora larga de cine. Y este asunto no le queda en fuera de juego. Hace de Strassera, el fiscal que acusó a aquellos golpistas sin escrúpulos para asesinar.)

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