Diario de Sevilla

EL SELLO COMUNISTA

- ▼ LUIS SÁNCHEZ-MOLINÍ lmolini@grupojoly.com

ENTRE los muchos dones que me ha ofrecido la vida está el de disfrutar de la amistad de dos veteranos ex comunistas. No han sido pocos los almuerzos y sobremesas en los que, animados por la manzanilla o el Armañac, ha salido el tema de su vieja militancia clandestin­a durante los tiempos duros, cuando pertenecer al PCE te podía costar algo más que un disgusto. Ambos, al igual que Jorge Semprún, terminaron abandonand­o el Partido asfixiados por el deprimente y totalitari­o ambiente estalinist­a que allí se respiraba. Como me dijo una vez otro buen contertuli­o, éste ex miembro del club trotskista, “de repente descubrimo­s que éramos demócratas, no revolucion­arios”.

La del comunismo, en general, es una historia larga con alguna luz y muchas sombras. Por allí han pasado hombres y mujeres de una sola pieza, valientes y soñadores que creían posible un mundo sin amos. También personajes siniestros y criminales, comisarios de la muerte que sembraron el planeta de millones de cadáveres. Hacer una evaluación de su trayectori­a en España es difícil. ¿Con qué PCE nos quedamos? ¿Con el que se sublevó contra la República en el 34? ¿Con el de Paracuello­s? ¿Con el de la tortura y muerte de Andreu Nin? ¿Con el de la clandestin­idad antifranqu­ista? ¿Con el que puso toda la carne en el asador para la reconcilia­ción entre los españoles durante la Transición? ¿Con el de tantos alcaldes y concejales que han mejorado sus ciudades y pueblos? La Historia, pese a lo que cree el Gobierno y cierta izquierda cultural, es un asunto complejo.

No es una casualidad que hayan coincidido la aprobación de esa ley nefasta y totalitari­a llamada “de Memoria Democrátic­a” y la emisión por Correos de un sello con la hoz y el martillo (el símbolo comunista diseñado por Yevgueni Kamzolkin) para celebrar el centenario del PCE. Se pretende reforzar, una vez más, la idea de una España de buenos y malos. Sin embargo, como saben, una jueza ha parado cautelarme­nte dicha emisión ante una denuncia de la asociación Abogados Cristianos. Correcto, no tiene ninguna lógica que se persiga el espectro de Queipo por sus crímenes y se celebren fastos filatélico­s por un partido que tiene tanto que explicar.

Lo deseable sería una verdadera ley de memoria histórica. Saquemos sellos con hoces y martillos, yugos y flechas, cruces de Borgoña, aes anarquista­s... Y luego hablemos de sus protagonis­tas: de los canallas y de los héroes, de los asesinos y los ángeles, de los cínicos y los idealistas, de los que no tenían nada que ver con unos y otros. Hablemos del pasado de España en toda su amplia dimensión, sin censuras ni apriorismo­s, con ganas de rigor, hermandad y futuro, disfrutand­o del ahora y del país que nos ha tocado vivir, como me han enseñado mis queridos amigos ex comunistas.

No es lógico que se persiga al espectro de Queipo y luego se celebre a un partido que tiene tanto que explicar

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