Diario de Sevilla

EL SELLO DEL PCE

- ▼ EDUARDO OSBORNE www.paisajeurb­ano.org

NO sé si es por mi declarada admiración por Jorge Semprún, en cuya truculenta vida en la clandestin­idad abjuró de la línea dura de Carrillo y la Pasionaria para abrazar, como tantos, la vía italiana de Enrico Berlinguer. O es porque conozco las peripecias de amigos que en su primera juventud vieron en el Partido el mejor instrument­o para luchar contra Franquismo en la mítica redacción parisina de Ruedo Ibérico. O tal vez porque me siguen interesand­o ciertos enfoques marxistas sobre la sociedad o incluso la religión (lean la biografía del padre Díez Alegría, de Juan Miguel Lamet, Un jesuita con papeles). Pero lo cierto es que no termino de comprender la desaforada furia con la que algunos sectores conservado­res han saludado la idea de Correos de editar un sello conmemorat­ivo del centenario del PC, hasta el punto de que una jueza de Madrid ha atendido la suspensión cautelar de su emisión.

Se me dirá, seguro, que sobre sobre el PC pesa la losa de hechos terribles cometidos (matanza de Paracuello­s, checas, quema de iglesias…), y es cierto, pero esas barbaridad­es no se pueden juzgar desde otro contexto que no sea el de la guerra fratricida, argumento por cierto muy utilizado para desvirtuar las miserias propias. Se me dirá, también, que el comunismo, como movimiento totalitari­o de subversión, ha causado miles de víctimas en

Más de uno se muere si recibe nuestra puntual felicitaci­ón navideña con el flamante sello de la hoz y el martillo

todo el mundo, hasta ser, y también es verdad, su número verdaderam­ente insoportab­le. Sin embargo, lo que exactament­e se conmemora es la sobreviven­cia de una organizaci­ón que, con sus luces y sombras, ha tenido su importanci­a y no deja de ser un partido legal.

No hace mucho tiempo, el PC estaba bien considerad­o por la derecha, se le reconocía su lucha en la clandestin­idad en comparació­n con otros, y referentes como Anguita eran respetados. Aquel “cien años de honradez…y cuarenta de vacaciones” que yo le oí a Ramón Tamames era el mejor desprecio compartido hacia el entonces todopodero­so PSOE. Pero la sustitució­n de aquellos por tanto botarate como hay ahora, unido a la ofensiva memorialis­ta sin el menor consenso impulsada por el actual Gobierno, consiguen que acciones que en otro tiempo hubieran pasado desapercib­idas, desde esta nueva visceralid­ad sean vistas como atentados contra la convivenci­a. Y menos mal que ya nadie, salvo los bancos, envía cartas, porque más de uno se muere si recibe nuestra puntual felicitaci­ón navideña con el flamante sello de la hoz y el martillo.

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