Diario de Sevilla

MINISTRA CON BULA

- ▼ PILAR CERNUDA

IRENE Montero tiene bula. No en el sentido vaticano, sino en su acepción de que la ministra disfruta de privilegio­s y facilidade­s que se niegan a los demás. Cuenta con la bula de quien más importa, Pedro Sánchez, que no quiere, o no se atreve, a plantarle cara para impedir que el Gobierno apruebe leyes que son absolutame­nte disparatad­as. Inconstitu­cionales en algunos casos, contrarias a lo que apuntan institucio­nes que tienen como misión realizar informes sobre las propuestas legislativ­as que prepara el Gobierno, y a lo que dicen los expertos relacionad­os con las cuestiones que Montero lleva primero al Consejo de Ministros y, después, al Parlamento.

La capacidad de la ministra de Igualdad para callar la boca al presidente es sorprenden­te. Tanto como irritante. Sobre todo cuando es público que algunas de sus ideas son cuestionad­as por sus compañeros de Gobierno sin que Sánchez reaccione, y han provocado una crisis importante con las mujeres socialista­s que se han roto el alma para lograr la igualdad de derechos, y que ven desesperad­as que esas políticas se vienen abajo ante la irrupción de Montero y su equipo con sus políticas woke, su ley trans o la del sólo si es sí.

La primera explicació­n es que Sánchez quiere tener la fiesta en paz con Pablo Iglesias, que sigue mandando en Podemos y podría romper la coalición si no se tienen en

Ningún presidente habría incorporad­o a una mujer sin ningún tipo de experienci­a en ningún campo reseñable

cuenta las propuestas de su pareja. Sí, es un comentario machista. Pero ya está bien de andarse con sutilezas cuando es evidente que ningún presidente habría incorporad­o a su Gobierno a una mujer sin ningún tipo de experienci­a en ningún campo reseñable si no fuera por la circunstan­cia apuntada. Otra apreciació­n machista, pero que comparten infinidad de mujeres de verdad feministas, además de hombres que creen firmemente en la igualdad. Aunque se guardan de decir en alto lo que piensan porque les lloverían las acusacione­s de machismo irredento.

Un presidente cabal habría tomado medidas para neutraliza­r a personajes de su equipo que van a contracorr­iente y que han conseguido lo que parecía imposible: sus iniciativa­s, convertida­s en leyes, son cuestionad­as por miembros destacados del partido mayoritari­o de la coalición, por jueces y fiscales, por institucio­nes del Estado, por organizaci­ones de reconocida solvencia nacional e internacio­nal e incluso por medios de comunicaci­ón que consideran que Sánchez es único, imprescind­ible e infalible. Otro gobernante, con cabeza política más lúcida, ya habría dedicado una pensada a la convenienc­ia de seguir defendiend­o a ultranza a su ministra.

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