MINISTRA CON BULA
IRENE Montero tiene bula. No en el sentido vaticano, sino en su acepción de que la ministra disfruta de privilegios y facilidades que se niegan a los demás. Cuenta con la bula de quien más importa, Pedro Sánchez, que no quiere, o no se atreve, a plantarle cara para impedir que el Gobierno apruebe leyes que son absolutamente disparatadas. Inconstitucionales en algunos casos, contrarias a lo que apuntan instituciones que tienen como misión realizar informes sobre las propuestas legislativas que prepara el Gobierno, y a lo que dicen los expertos relacionados con las cuestiones que Montero lleva primero al Consejo de Ministros y, después, al Parlamento.
La capacidad de la ministra de Igualdad para callar la boca al presidente es sorprendente. Tanto como irritante. Sobre todo cuando es público que algunas de sus ideas son cuestionadas por sus compañeros de Gobierno sin que Sánchez reaccione, y han provocado una crisis importante con las mujeres socialistas que se han roto el alma para lograr la igualdad de derechos, y que ven desesperadas que esas políticas se vienen abajo ante la irrupción de Montero y su equipo con sus políticas woke, su ley trans o la del sólo si es sí.
La primera explicación es que Sánchez quiere tener la fiesta en paz con Pablo Iglesias, que sigue mandando en Podemos y podría romper la coalición si no se tienen en
Ningún presidente habría incorporado a una mujer sin ningún tipo de experiencia en ningún campo reseñable
cuenta las propuestas de su pareja. Sí, es un comentario machista. Pero ya está bien de andarse con sutilezas cuando es evidente que ningún presidente habría incorporado a su Gobierno a una mujer sin ningún tipo de experiencia en ningún campo reseñable si no fuera por la circunstancia apuntada. Otra apreciación machista, pero que comparten infinidad de mujeres de verdad feministas, además de hombres que creen firmemente en la igualdad. Aunque se guardan de decir en alto lo que piensan porque les lloverían las acusaciones de machismo irredento.
Un presidente cabal habría tomado medidas para neutralizar a personajes de su equipo que van a contracorriente y que han conseguido lo que parecía imposible: sus iniciativas, convertidas en leyes, son cuestionadas por miembros destacados del partido mayoritario de la coalición, por jueces y fiscales, por instituciones del Estado, por organizaciones de reconocida solvencia nacional e internacional e incluso por medios de comunicación que consideran que Sánchez es único, imprescindible e infalible. Otro gobernante, con cabeza política más lúcida, ya habría dedicado una pensada a la conveniencia de seguir defendiendo a ultranza a su ministra.