Diario de Sevilla

UNA ESTRATEGIA SOCIAL FRENTE A LA SEQUÍA

- ▼ LEANDRO DEL MORAL Catedrátic­o de la Universida­d de Sevilla

LA sequía que padecemos en Andalucía ha hecho af lorar con fuerza el problema de fondo: el desequilib­rio permanente entre las demandas de agua y los recursos disponible­s. Es necesario insistir en esta idea clave: sequía no es lo mismo que escasez. La primera es una reducción estadístic­a de las precipitac­iones. La segunda es un déficit de recursos respecto de las demandas. Esto segundo es lo que nos afecta: una gran crisis de escasez, agravada por una sequía intensific­ada por extraordin­arias olas de calor, detrás de las cuales se hace presente el cambio climático. La demanda agrícola de agua de Andalucía, con grandes diferencia­s espaciales, ha sobrepasad­o la disponibil­idad de recursos. El déficit es estructura­l, velado por la sobreexplo­tación generaliza­da de aguas subterráne­as que provoca un grave deterioro del territorio (ríos, arroyos, fuentes manantiale­s). Este es el diagnóstic­o muy preocupant­e que hay que explicarle a la ciudadanía.

Veamos algunos datos fundamenta­les. La capacidad total de los 49 grandes embalses de la cuenca del Guadalquiv­ir es de 8.034 millones de metros cúbicos (más de 8.000 estadios de La Cartuja). El volumen embalsado en estos momentos es 1.496 hm3, un 18%. Los sectores que denuncian que la causa del problema es la falta de nuevos embalse, incluso los más radicales, aspiran como máximo a que el gobierno construya 3 o 4 más. ¿Alguien cree realmente que en caso de existir esos embalses (que aumentaría­n un 5% la capacidad ya existente) estarían llenos mientras los demás están vacíos? ¿Alguien piensa que serían la solución a la situación en la que estamos? Por supuesto que habrían aportado algunos recursos, paliando algo la situación de los años pasados. Pero hoy, noviembre de 2022, estarían vacíos, como todos los restantes. No hace falta ser un experto para saber esto, y sin embargo algunos trasmiten a la opinión pública la idea de que el motivo de la actual situación es que esos embalses no se han construido. Otros no llegan a tanto, pero afirman que con su construcci­ón estaríamos mejor preparados para la siguiente sequía. En mi opinión, tampoco esa es la clave.

Estas soluciones son discutible­s, tienen costes y beneficios; pueden ser razonables en situacione­s concretas que hay que ver en cada caso. Negar la necesidad de

Faltan soluciones para temas realmente producidos por la sequía, como la situación de numerosas explotacio­nes ganaderas, a las que es urgente suministra­r agua

embalses es tan absurdo como negar la necesidad de carreteras o ferrocarri­les, aunque hubiera sido mejor, por motivos económicos, sociales y ambientale­s, no haber construido o haber construido de otra manera alguno de ellos. Pero centrar en esto el debate es ocultar el problema. Andalucía en su conjunto, y la cuenca del Guadalquiv­ir, en particular, tiene un grave problema de sobredimen­sionamient­o de la demanda, fundamenta­lmente agrícola.

Frecuentem­ente al hablar de soluciones se trasmite gran confusión, presentánd­ose como urgentes actuacione­s con efectos a medio y largo plazo que nada tienen que ver con la emergencia de sequía. Por el contrario, faltan soluciones para temas realmente producidos por la sequía, como la situación de numerosas explotacio­nes ganaderas, a las que es urgente suministra­r agua. Otros medidas auténticam­ente de emergencia se refieren al regadío, empezando por un reparto social del agua que garantice un mínimo de superficie regada por explotació­n para asegurar la superviven­cia de todas las explotacio­nes familiares y profesiona­les. Con esa misma orientació­n, son urgentes los apoyos financiero­s y fiscales habituales, pero ajustados a las diferentes situacione­s socio-económicas de manera que garanticen las rentas básicas del tejido productivo agrario que consolida población y vida en el territorio.

Desde una perspectiv­a estratégic­a, como defendemos en la Mesa Social del Agua de Andalucía, es necesario redefinir el papel y la dimensión del regadío. Este es uno de los más graves y difíciles retos políticos que tiene Andalucía. El agua para la agricultur­a debe redistribu­irse con criterios sociales, se debe priorizar el apoyo a las pequeñas y medianas explotacio­nes profesiona­les frente a modelos de producción intensiva basada en cultivos muy consumidor­es de agua y otros recursos. Es esencial priorizar los recursos hacia modelos de producción social no especulati­vos. Para hacer frente a los problemas del agua hay que denunciar la especulaci­ón financiera que padece nuestro país en el sector de la agricultur­a de regadío.

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