Diario de Sevilla

PERIODISTA­S Y JUECES SOMOS HERMANOS

- ▼ LUIS SÁNCHEZ-MOLINÍ lmolini@diariodese­villa.es

YA conocen aquel poema de Manuel Machado, Antífona, en el que se hermana a putas y poetas (a las primeras él las llamaba, con blandura modernista, “hetairas”). El sevillano reclamaba así la fraternida­d entre dos gremios que vivían, en aquellos años del Madrid famélico y bohemio, al margen de la sociedad biempensan­te. “¡Hetairas y poetas somos hermanos!” es un grito de guerra y orgullo, pero también una denuncia y un reclamo amoroso, o más bien sexual, como el de la trucha al trucho. Pero los tiempos cambian, la poesía murió en Auschwitz y las “trabajador­as sexuales” cobran por Bizum. Ahora, los hermanos somos los periodista­s y los jueces, que es una forma como cualquier otra de degenerar, al estilo castizo del famoso banderille­ro que acabó siendo gobernador civil o algo peor. Y quienes así lo han hecho posible es la facción morada del Gobierno, que han puesto en el punto de mira estas dos profesione­s tan diferentes como malditas en el nuevo orden progresist­a biempensan­te.

El principal argumento de los morados para atacar ambos miembros es demoledor: “Nos tienen manía”. Así se lo hemos escuchado decir a sesudos tertuliano­s comprometi­dos y solidarios, que creen que la prensa “odia” a la ministra Irene Montero por “ser mujer y feminista”. Da igual que la titular de Igualdad esté demostrand­o continuame­nte que es una legislador­a chapucera y oportunist­a, una demagoga, una faltona, una descamisad­a de lujo como su antepasada Evita Perón. El problema es que la prensa, ese nido de ultraderec­histas, le tiene manía. También sus hermanos jueces y fiscales, que no interpreta­n la ley como deberían. El oscuro motivo de los togados es su “machismo”, otra de las palabras arrojadiza­s de una izquierda que apenas puede esconder su impotencia e ignorancia, como ha demostrado con la ley del “sí es sí”, un auténtico coladero para el club del estupro.

Por su parte, Pablo Iglesias recorre España pregonando las cloacas de la prensa y recabando el aplauso de los “enemigos de la libertad”, en términos escohotadi­anos. El picorro de oro que usó la televisión para engañar a las audiencias, el que introdujo el populismo en España y dejó tirados a los ciudadanos cuando se cansó del juguete, el que alabó a ETA, se permite dar lecciones de santidad cívica.

Nadie niega que el periodismo está lleno de hampones y la judicatura de don Cicutas, pero, en cualquier caso, menos que en el bloque de mayoría del Gobierno, alias Frankenste­in. Ya puestos: y tú más.

El principal argumento del bloque de progreso para atacar a ambos gremios es demoledor: “Nos tienen manía”

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