El poderoso influjo del 10
● Asensio, Messi, Neymar o Mbappé portarán el dorsal más emblemático
Si hay un número emblemático en la historia de los Mundiales, ese es el 10, asociado desde hace más de seis décadas a los jugadores con más talento, el que han lucido en fases finales desde Pelé a Messi, pasando por Maradona, Zico, Platiní, Valderrama, Zidane o Baggio. En Qatar 2022, Marco Asensio, Neymar, Hazard, Modric o Mbappé recogen el guante.
Apenas hay estrellas mundiales que no lo hayan vestido en una Copa del Mundo, porque la mística del 10 trasciende épocas.
El mejor jugador en el Mundial de Brasil 2014 lo lucía en su dorso (Leo Messi) y también el ganador del trofeo cuatro años después en Rusia (Luka Modric). ¿Qué tiene este número para que lo reclamen las grandes estrellas mundiales?
El poderoso influjo del 10 surge por casualidad. La FIFA, que introdujo la numeración en el Mundial de Brasil 1950, reglamentó que cuatro años después cada jugador llevase el mismo dorsal durante todo el torneo.
En Suiza 54, Brasil se convirtió en la Canarinha –desterrado el color blanco tras el Maracanazo– y Pinga, un goleador, es su primer camisa 10, pero casi nadie sabe de su existencia, más allá de los aficionados más veteranos del Portuguesa o el Vasco da Gama.
El 10 no alcanzará su condición de emblema hasta Suecia 1958. Y por un error.
La Confederación Brasileña de Deportes (CBD precedente de la CBF) no incluyó en la inscripción de su selección los números que iban a llevar los jugadores en sus camisetas.
El error la dejó al borde de la descalificación hasta que salió al rescate un uruguayo, Lorenzo J. Villizio, directivo de la Conmebol y miembro del comité organizador de l a FIFA, quien se apresuró a rellenar el formulario porque aseguraba conocer a la plantilla brasileña.
No era verdad. El ex directivo de Nacional asignó al portero Gilmar el número 3, a Zozinho, el portero suplente, el 9, y a un jovencito semidesconocido el 10. Ese era Pelé, que había debutado un año antes en la selección brasileña con el número 13, ante Argentina, en la Copa Roca. Tan desconocido entonces que los comentaristas le llamaban “Telé”.
El atrevimiento de Villizio a la hora de asignar los dorsales brasileños cambió la historia del fútbol. Pelé se convirtió en O’Rey y el camisa 10 tuvo desde entonces tales connotaciones que, tras él, lo lucieron en la Copa del Mundo Rivelino, Zico, Silas, Raí, Rivaldo, Ronaldinho, Kaká y Neymar. Todos ellos –salvo Silas (Italia 90)– jugadores que han marcado época.
El 10 marcó tanto al fútbol brasileño que, llegado el momento, cuando en el Mundial de México 1970 Mario Lobo Zagallo tuvo que elegir a uno… los metió a todos en su alineación titular. El
Brasil de los 70, considerado el mejor equipo de la historia, jugó con Pelé (10 en el Santos), Tostao (10 en Cruzeiro), Gerson (10 en el Sao Paulo), Rivelino (10 en Corinthians) y Jairzinho (10 en Botafogo). Juntos marcaron 17 de los 19 goles de la Canarinha y dejaron jugadas para la historia.
Pero no siempre el 10 ha señalado al j ugador con talento. También los hubo por accidente o por curiosas decisiones de los seleccionadores.
A la cabeza, en este apartado, está la selección argentina, donde hasta la llegada de Diego Maradona no se dieron casos reseñables. En Alemania, la Albiceleste recurrió al orden alfabético para numerar a los futbolistas. Por ese motivo, portó el 10 en Alemania 74 Ramón Armando Cacho Heredia, entonces un líbero en el Atlético de Madrid. Cuatro años después, con ese número el matador Mario Kempes se convirtió en el héroe del primer título mundial argentino.
En España 82, Argentina seguía utilizando el orden alfabético. El 10 le correspondía al centrocampista del Estudiantes Patricio Pato Hernández y a Diego Maradona el 12, pero el Pelusa ya era una estrella mundial y tenía claro cuál era su dorsal, por lo que con él se hizo una excepción.
Con Maradona, como con Pelé antes, el 10 adquiere otra dimensión y quedará ya asociado en la Albiceleste para siempre a un tipo de jugador.
El 10 cotiza: por la camiseta con la que Geoff Hurts anotó el único triplete de una final mundialista, en septiembre de 2000 un coleccionista pagó 137.625 dólares; la que lució Pelé cuando ganó el Mundial de México 70 alcanzó la cifra de 225.000 dólares, en la subasta de Christie’s, en marzo de 2002. Y, por la que se enfundó Diego Maradona cuando marcó el gol del siglo, se pagaron el pasado mes de mayo ¡9,28 millones de dólares!