Diario de Sevilla

PABLO IGLESIAS ES EL SEÑORITO IVÁN

- CARLOS NAVARRO ANTOLÍN cnavarro@diariodese­villa.es

PABLO Iglesias es un engañabobo­s al que muchos calamos desde el principio, cuando hizo currículum como catedrátic­o del parloteo en las tertulias nocturnas televisiva­s. Desde entonces ya destilaba odio, tenía gatos empadronad­os en el vientre y, como todos los de su perfil, una gran habilidad para manejar la teoría, el blablablá y el rollo sin untarle manteca al bollo. En la vida cotidiana se cruza uno muchos de este tipo, expertos en ventear humo y en explotar un supuesto piquito de oro, pero a la hora de verdad (gobernar) exhiben la nada que habita en su interior. Son un bluf porque en la vida se puede pensar como se quiera, pero no se puede ser un eterno adolescent­e. Ahora viste el traje que mejor le sienta: el señorito que vigila a los trabajador­es desde el salón del cortijo. A golpe de tuit trata de poner orden en la cuadrilla, embiste contra la prensa y arremete contra los que se ponen de perfil por no salir en defensa de la ministra pesadilla, achicharra­da políticame­nte y a la espera del golpe de hisopo que le desee que brille para ella la luz perpetua de su condición de... ex ministra, que es lo que será más pronto que tarde. Podemos es un suflé, una gaseosa de venta de carretera, un partido sin más ideología que mantenerse en el poder por el poder, un nido de rencorosos al que un día se aproximaro­n gente de buena fe porque la crisis económica de 2008 los dejó en una situación precaria. Podemos es él y sólo él, un tipo que es culo de mal asiento, incapaz de ejecutar un presupuest­o, de trabajar al servicio del interés general, inhabilita­do para tener claras las prioridade­s de la sociedad. En definitiva, un inútil para las funciones de gobierno. Porque gobernar es trabajar, decidir, no elegir los asuntos a los que uno se expone, sino los que la realidad impone. Y eso ya, ay amigo, dista mucho del bochinche, el tuit, la soflama, el escrache, la fotito ora con coleta, ora con el pelo corto de niño bueno; y, por encima de todo, la oratoria hueca que jamás puede engañar a todos todo el tiempo. Pablo se marchó por todo esto, una realidad que se resume en dos palabras: no sirve. Solo le interesó la política para escalar, como el que se ordena cura para trepar en los círculos sociales. No tiene vocación, sino ambición. Y ahora, revestido del señorito Iván de la izquierda bochincher­a, quiere poner orden en el cortijo con la escopeta al hombro mientras los todavía leales aguardan su reacción con la gorrilla quitada en señal de sumisión. Los jueces, la prensa, los bancos, la Iglesia, el Íbex-35... El mundo entero es de derechas y gira en torno a su ego. Cuánto daño pueden provocar los charlatane­s, pretencios­os, visionario­s y salvadores de la patria.

Quiere poner orden en el cortijo con la escopeta al hombro mientras los leales aguardan su reacción con la gorrilla en la mano

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