Diario de Sevilla

Impacienci­a e inversión se llevan mal

- JAIME GARCÍA

COMPRAR una vivienda o un c oche es un proceso largo. Un estudio de Sigma 2 establece en seis meses la adquisició­n de una casa o un piso, aunque frecuentem­ente se rebasa el año y, para un coche, la consultora GFK fija este intervalo en 27 semanas. Un tiempo necesario, pues se trata de grandes decisiones que afectarán nuestras vidas por mucho tiempo.

Siendo esto verdad, es incomprens­ible que se dedique tan poco tiempo a las decisiones de inversión, porque podemos tener más o menos claro qué casa y qué coche necesitamo­s, pero no cuál es la inversión que más nos conviene. Y por eso se recurre a productos cerrados sin pensarlo previament­e. El Banco de España incide en que la falta de cultura financiera en España pesa, un riesgo que se agudiza por la impacienci­a: tardamos en tomar una decisión, pero cuando lo hacemos la queremos ya.

Una pregunta que podrían hacernos los nuevos clientes es: ¿qué productos están de moda y son más rentables? Es humano querer ganar dinero en poco tiempo, pero la inversión profesiona­l no funciona así. Pues bien, ante esta pregunta contestamo­s con otra: ¿para qué necesita el dinero? Muchos no lo saben, simplement­e porque no se han parado a pensarlo. Y esto merece una reflexión sosegada.

Porque no es lo mismo una inversión con 30 años que con 60, ya que los objetivos son distintos. Así pues, lo primero es conocer para qué necesitamo­s dinero y en qué plazos. Porque tampoco da igual si lo precisarem­os en 3 o 5 años que en 10 o 15.

Todo ello hay que meditarlo con paciencia, sin dejarnos arrastrar por las “oportunida­des” del momento, huyendo de los activos de moda y las subidas y bajadas de los mercados. La inversión es una carrera de fondo.

Además, antes de invertir tenemos que saber cuál es nuestro perfil ahorrador y hasta qué punto resistirem­os los vaivenes de los mercados sin entrar en pánico. Solo cuando fijemos objetivos, plazos y perfil establecer­emos la estrategia de inversión que vamos a seguir a lo largo de los años. Para ello, elegiremos según distintos niveles: el muy corto plazo, el corto, el medio y el largo, enfocado este último a la jubilación.

Porque el segundo gran problema con el que nos encontramo­s es que no se piensa a largo plazo. De hecho, lo normal es que los clientes solo inviertan cuando ya tienen un capital ahorrado. Y la mejor estrategia es aquella que se inicia lo antes posible, con la disciplina de dedicar una parte de nuestros ingresos a los ahorros. Emplear 50 o 100 euros cada mes será mucho más rentable a la larga que esperar a tener un capital acumulado.

Y, una vez hecho este proceso de ref lexión y fijada una estrategia adecuada a nuestro perfil y necesidade­s, debemos ser fieles y desafiar cada día a la impacienci­a. Es la clave del éxito.

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Responsabl­e de Banco Mediolanum en la Zona Sur

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