Nazis en América
Entre las ficciones de trasfondo ucrónico, cita Carrère los relatos ‘Tres versiones de Judas’ (1944) y ‘La otra muerte’ (1949) de Borges, autor al que dicho sea de paso debe mucho –directamente o por la vía de Caillois, que fue su introductor en Francia a comienzos de los cincuenta– el autor de estas páginas, tal vez indignas del genio del argentino pero claramente traspasadas por el espíritu que caracterizaba sus perdurables inquisiciones. Igual podría haber citado uno de los grandes relatos de Bioy Casares, ‘La trama celeste’ (1948), donde no fue Roma sino Cartago quien se impuso en las Guerras Púnicas. Otra inversión recurrente, referida a la Alemania nazi, ha dado pie a un subgénero que especula con la victoria del Eje en la Segunda Guerra Mundial, abordado por Philip K. Dick –‘El hombre en el castillo’ (1962)– desde una perspectiva nihilista que no participa de la condena moralizante. En ‘El sueño de hierro’ (1974) de Norman Spinrad, Hitler no es el tirano genocida, sino un autor de ciencia ficción que escribe una novela titulada ‘El señor de la esvástica’. Más recientemente, Philip Roth recreó en ‘La conjura contra América’ (2004) unos Estados Unidos donde Lindbergh, el célebre aviador y simpatizante del hitlerismo, vence a Roosevelt en las elecciones de 1940 y pone en práctica una política antisemita.