Diario de Sevilla

La mordedura certera de Antonio Soler

● La editorial Galaxia Gutenberg recupera ‘El sueño del caimán’, la novela que el escritor malagueño publicó en 2006 y con la que consolidó su posición referente en la literatura española

- Pablo Bujalance

Allá por el año 2006, Antonio Soler (Málaga, 1956) disfrutaba la tan extraña y efímera condición del escritor de éxito: acababa de ganar el Premio Nadal por El Camino de los Ingleses, cuya adaptación a guión cinematogr­áfico había firmado también para la película de Antonio Banderas estrenada aquel mismo año, y parecía tener garantizad­a toda la atención con vistas a su próxima entrega. Sin embargo, para su siguiente novela, Soler adoptó un cambio de rumbo con el que muy pocos contaban: frente a aquella historia de amistad, juventud y poesía atravesada por el verano malagueño de finales de los 70, con toda su luz y sus dosis de dolor y nostalgia, los lectores encontraro­n una propuesta mucho más oscura, turbia, perturbado­ra y audaz a la hora de explorar los rincones menos amables de la condición humana. El sueño del caimán era la reacción menos acomodada a aquel éxito, la que llevó a Soler a asumir los mayores riesgos, pero también fue la novela que confirmó su madurez como narrador y consolidó su posición referente en la literatura española contemporá­nea. Todo lo que el autor ha escrito después nace, de una manera o de otra, de este órdago, por más que El sueño del caimán no sea uno de sus títulos más populares, ni siquiera entre sus lectores habituales. De hecho, hacía ya algún tiempo que el título se encontraba fuera de catálogo y de los estantes de las librerías. Ahora, felizmente, la editorial Galaxia Gutenberg ha decidido recuperarl­o con una nueva edición que permite comprobar su vigencia, terrible y clarificad­ora.

El mismo sello, en el que Soler ha publicado sus últimas novelas, ha devuelto recienteme­nte a la sección de novedades otros dos libros fundamenta­les del autor que habían quedado también fuera de órbita, Las bailarinas muertas (1996) y El nombre que ahora digo (1999). Y el propio Soler confirma que, si bien la reedición de la segunda, una historia de amor ambientada en la Guerra Civil, exigió algunas modificaci­ones signif icativas en el texto, en el caso de El sueño del caimán la revisión ha sido “mucho más somera. Apenas he corregido algunos términos y he eliminado ciertos adjetivos que no aportaban gran cosa, pero poco más. Yo nunca releo mis novelas una vez publicadas, así

Cuando la empecé ya habían pasado para mí los años primerizos en los que los escritores gustan de hacer alardes”

que estas reedicione­s me producen una inquietud razonable ante lo que pueda encontrar en ellas. Con El sueño del caimán tuve una impresión de cercanía, como si lo hubiera escrito muy recienteme­nte, tanto por el tema que aborda como por el estilo. Y esta impresión resultó, claro, bastante grata”.

Frente al eje netamente malagueño de El Camino de los Ingleses, El sueño del caimán empieza en Toronto, donde el recepcioni­sta de un hotel, un español exiliado, cree haber encontrado a un viejo conocido. Los dos personajes, que ejercen en la novela un protagonis­mo bifronte dentro de un particular triángulo amoroso, representa­n con fidelidad la lucha fratricida que ni la Guerra Civil ni la dictadura habían logrado sofocar. A partir de este instante, Soler despliega una historia cruda, sin artificios, que desciende a las profundida­des de la resistenci­a antifranqu­ista para ofrecer un ref lejo fatal de los instintos humanos menos nobles, preñado en cierto modo de la exégesis camusiana del absurdo. Y lo cierto es que con esta obra Soler hacía honores a la tradición novelístic­a europea en la que supo situarse como heredero legítimo, llevando de paso al lector a un territorio en gran parte inédito, frágil por tanto pero resuelto con la mayor autoridad. Soler establece un cierto paralelism­o entre El sueño del caimán y su siguiente título, Lausana, “ya que son dos novelas que toman distancia al estar ambientada­s lejos de Málaga. Esto se debe, en parte, a que entre 1996 y 2010 pasé varias temporadas fuera de España, lo que inf luyó sin remedio a la hora de crear personajes y delimitar acontecimi­entos”. Y admite Soler al respecto que, aunque sus últimas novelas ( Sur, publicada en 2018, y la especialme­nte celebrada Sacramento, aparecida el año pasado) vuelven a hacer de Málaga su hábitat natural, aquella mirada curtida en la distancia dejó una huella visible en su escritura: “Con El sueño del caimán quise afinar mi estilo, hacerlo más depurado, con frases más cortas y con mayor respiració­n. Para mí ya habían pasado los años primerizos en los que los escritores gustan de hacer alardes, ahora quería desprender­me de artificios e ir al grano”. Tal empeño cristalizó en la madurez definitiva y espléndida del novelista Antonio Soler.

Esta escritura más llevada al filo resultaba, de paso, la idónea para una obra que abordaba sin tapujos el que quizá sea el principal denominado­r común del relato político e histórico en España: el rencor, entendido como sed ciega de compensaci­ón “que termina enquistánd­ose en el delirio y que ignora que los ajustes de cuentas sólo pueden resolverse de manera traumática”. El título de la novela hace referencia a la inacción que parecen mostrar los mecanismos del odio cuando, en realidad, se dedican a aguardar el momento idóneo para volver a golpear; una lógica desde la que a menudo se ha entendido una militancia política “dispuesta siempre a contar cuántos muertos tienes tú más que yo. Es cierto que la necesidad social de pasar página exige un sacrificio doloroso para muchos. En mi caso, mi familia era republican­a por parte de mi padre y de mi madre, así que hemos contado mucho sufrimient­o, mucha angustia y mucho miedo. Pero no podemos hacer política del pasado como si la hiciéramos del presente. Es cierto que la Transición ha sido muy denostada, pero al menos señaló un camino distinto del ojo por ojo”. En este sentido, y ante la recienteme­nte aprobada Ley de Memoria Histórica, Soler reivindica que el marco legal al respecto “debería ser siempre aséptico, exento de cualquier mediación ideológica. Lo terrible es que la interpreta­ción de la ley se haga desde posiciones partidista­s todavía enfrentada­s a cuenta de la Guerra Civil. Que sigamos así casi noventa años después es de locos”. Los acontecimi­entos delatan de esta manera que esa aproximaci­ón al rencor que Soler abordó en El sueño del caimán no sólo no ha perdido vigencia, sino que su oportunida­d se conserva intacta.

Más allá de esta reedición, el escritor malagueño confirma que trabaja ya en una nueva novela, aún en fase inicial pero para la que optará “por un formato distinto de todo lo que he hecho hasta ahora”. Sigue rehuyendo así las fórmulas previsible­s y domesticad­as el mismo Antonio Soler que dio con El sueño del caimán su mordedura más certera.

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M. H. ?? El escritor Antonio Soler.
MÁLAGA M. H. El escritor Antonio Soler.

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