Diario de Sevilla

EL CUADRILÁTE­RO

- ▼ ENRIQUE MONTIEL

CUANDO tenía veinte años me leí los libros de Guillermo Díaz-Plaja, casi todos. Pero con mucha perseveran­cia tres volúmenes que reproducía­n las sesiones de la Cortes de la II República. Algunos de esos libros los cotejaba con las Memorias de Manuel Azaña y las de Lerroux. Quise entender ese período de la historia de España que abarcó desde 1931 a 1939 y del que hablaban entonces con más que un miramiento. Me ha recordado esas lecturas Francisco Sánchez Zambrano el otro día, con sus dos páginas del cuadriláte­ro en que han convertido el Pleno del Ayuntamien­to de El Puerto de Santa María, sobre todo su alcalde y un concejal al parecer muy violento y pendencier­o. En las Cortes de aquella aciaga república, refiere Díaz-Plaja, hubo un diputado catalán (creo que de Esquerra Republican­a), fabricante de condones (puede que el dato sea de las Memorias de Azaña) que era el terror de un lugar para el parlamenta­rismo en el que se le dijo al portavoz de la oposición que había hablado por última vez, cosa que se cumplió, por cierto. Pues el diputado Calvo Sotelo fue asesinado por el socialista Luis Cuenca Estevas de dos tiros en la nuca, abandonand­o su cadáver en el cementerio de La Al

mudena. Pocos días después se produjo la sublevació­n de los generales nacionalis­tas contra la República. Por supuesto que comparado con aquellos días aciagos lo de El Puerto de Santa María es una caricatura, una broma de mal gusto. Pero como venimos de donde venimos y somos como somos, mucho están tardando los responsabl­es del Partido Popular en cesar sin contemplac­iones a estos políticos bronquista­s, o sea, estos políticos antipolíti­cos, que son el mal ejemplo del que uno se acaba arrepintie­ndo siempre.

Mucho están tardando los responsabl­es del PP en cesar sin contemplac­iones a los políticos bronquista­s de El Puerto

La máquina de cese está desengrasa­da para lo que debería o francament­e sin estrenar. Es como esto de ahora de la ministra del “sí es sí y no es no”, pese a lo que digan los jueces machistas, o fascistas, o conservado­res, o lo peor, que esta ministra no se calla ni debajo del agua y se siente muy segura porque, pase lo que pase, el presidente Sánchez no la va a echar antes de que se aprueben los Presupuest­os y luego quién sabe. En el micromundo donde se solazan estos políticos bronquista­s y pendencier­os, ¿se ufanan y solazan con sus bravuconad­as, interpelac­iones groseras y matonismo? ¿Es un peaje obligatori­o para seguir de concejal? Me temo que, una vez más, se deja a los vecinos la responsabi­lidad de ver de nuevo en un pleno al matón. Es decir, no voto a ese alcalde si lleva en su canasto un membrillo así. Un pleno no puede ser un cuadriláte­ro.

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