La resurreción de ‘Naranjito’
En la ceremonia de apertura del Mundial de Qatar del domingo pasado se reunieron las mascotas de anteriores torneos en la explanada del estadio, pareciendo levitar en homenaje ectoplasmático. Una reunión de gigantes y cabezudos. Y el más cabezón de todos, el entrañable Naranjito. Representación de un mal momento para la selección, pero un ilusionante verano, hace 40 años, para los españoles que ya lucen las arrugas con entereza.
¿Dónde nació este orondo cítrico vestido de la selección? A Isaac Newton le cayó una manzana y al publicitario sevillano José María Martín Pacheco se le apareció la idea cuando le cayó a los pies una naranja de un árbol de la plaza Nueva de Sevilla. La naranja salió rodando y había nacido Naranjito. La única mascota vegetal de la historia. El domingo salió volando por Qatar como símbolo de una época, de su época: la de la ingenuidad posconstitucional, evocada con cierta ingenuidad y consideración.
A La Roja le llamaban entonces La Furia: mucho corazón y poca técnica para hacer frente a la adversidad. El lema del fútbol español desde Amberes, en los Juegos Olímpicos de 1920. Naranjito vestía de La Furia e incluso algún malaje le llegó a culpar del desastre deportivo de aquel año.
Cuando el Comité Organizador del Mundial 82 anunció que una naranja sonriente (sí, con la mirada ida) iba a ser uno de los emblemas del acontecimiento, los medios se abalanzaron contra el muñeco. Fue un nacimiento deseado, pero repudiado.
Lo más bonito que le dijeron, como recordaba en su momento a este periódico Martín Pacheco, fue “horroroso” y algunos periodistas haters veían en él “una representación pueblerina e infantiloide”, impropia de un país que quería proyectarse hacia Europa y dar buena imagen ante el mundo. Martín Pacheco lo presentó a concurso junto a una compañera de agencia, la cordobesa María Dolores Salto. Ambos estaban en el bar El Portón cuando, tomando unas cañas, cuando contemplaron en el televisor la noticia del anuncio de la mascota en el Telediario.
Hubo fiesta y días después recibían el cheque de un millón de pesetas con el que zanjaban su relación con su hijo esférico. De esa manera el padre sevillano de la criatura no volvió a tener decisión alguna sobre Naranjito, al que le hicieron unos retoques y lo mandaron para Japón. Era para que tuviera su propia serie de dibujos animados, Fútbol en acción, tras vender el comité los derechos de explotación por 1.400 millones de pesetas (ahora serían unos 100 millones de euros).
Naranjito apareció por vajillas, juguetes, camisetas, cromos, muñecos y todo cachivache imaginable. Sigue en vigor y se le han creado distintas ediciones en marcas de ropa y objetos cotidianos. Fue una mascota que con el tiempo ha ganado en cariño. Y ha resucitado.