El mejor humor inglés: entre Wodehouse, Dickens y Mackendrick
escribió los más divertidos relatos de golf interpretados por ese maravilloso personaje sin nombre conocido como el Miembro Más Viejo del Club. Y del Dickens que creó a Nathaniel Winkle en Los papeles póstumos del club Pickwick, un auto proclamado gran deportista que provoca un desastre tras otro al practicar todos los deportes sin dominar ninguno.
Parece mentira, pero es verdad. Parece ficción, pero es realidad. Roberts logra hacer un retrato divertido y emotivo de este extravagante personaje gracias a su talento, por supuesto, porque cuenta su increíble historia con sensibilidad y fino sentido del humor y lo rodea de una galería de personajes igualmente divertida y tierna servidos por estupendos actores, pero también, o incluso sobre todo, gracias al genio -talento le queda pequeño- de Mark Rylance, el actor que todos descubrimos con El puente de los espías pese a su larguísima trayectoria teatral y haber participado en algunas películas. Rylance da verdad, humanidad, ternura y contenida comicidad sin caer nunca en el ridículo a este personaje real que parece inventado por Dickens, por Wodehouse o por el Mackendrick de las comedias de los estudios Ealing (podemos imaginarlo en una película dirigida por él e interpretada por Alec Guiness).
Gran comedia de fondo amargo –no es verdad que baste la voluntad para lograr cuanto uno se propone– que aborda la crítica social con la punzante gracia de un caricaturista del Punch que ridiculiza por igual a los snobs del Open y a los tipos populares fieles a la terrible moda de los 70 sin olvidarse del contexto social y económico. Es en este sentido, tan dickensiano, tan de comedia de la Ealing, en el que más inteligentemente inglesa es esta divertida película que logra fundir con gran talento lo amable y lo crítico sin olvidar nunca la ternura. No se la pierdan.